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Dónde vive el Papa? Una visita al Vaticano

Recorrido por  el Estado del Papa, el más pequeño del mundo, pero también el más visitado. Los apartamentos pontificios, los Museos Vaticanos, las oficinas de gobierno, la infraestructura que hace posible su funcionamiento como cualquier otro país…

En torno a las 9:15 de la mañana, bajo un sol tímido de invierno, la fila avanza con orden pero con lentitud. Sigue la ruta marcada por las empalizadas de madera. Cuatro carabinieri controlan los boletos de entrada que son gratis-, esculcan en las bolsas, pasan el "detector de metales" sobre el cuerpo para descubrir eventuales armas escondidas...

      Dentro de 45 minutos va a dar inicio una audiencia más de las 450-500 anuales de Juan Pablo II en el Aula Pablo VI (antes Sala Nervi). Atrás queda la estridencia de los frenos y el concierto discordante de los claxon.

Superado este control en otro Estado, en el Vaticano. La Polizia italiana y los carabinieri ceden su función a los Guardias Suizos, eficaces cuidadores del orden a pesarext">En torno a las 9:15 de la mañana, bajo un sol tímido de invierno, la fila avanza con orden pero con lentitud. Sigue la ruta marcada por las empalizadas de madera. Cuatro carabinieri controlan los boletos de entrada que son gratis-, esculcan en las bolsas, pasan el "detector de metales" sobre el cuerpo para descubrir eventuales armas escondidas...

      Dentro de 45 minutos va a dar inicio una audiencia más de las 450-500 anuales de Juan Pablo II en el Aula Pablo VI (antes Sala Nervi). Atrás queda la estridencia de los frenos y el concierto discordante de los claxon.

Superado este control en otro Estado, en el Vaticano. La Polizia italiana y los carabinieri ceden su función a los Guardias Suizos, eficaces cuidadores del orden a pesar de su aparente labor ornamental y folclórica, y a los PSV (Pübblica Sicurezza Vaticana), que son los verdaderos agentes del orden y de la vigilancia. Si los PSV son un cuerpo creado en este siglo, la Guardia Suiza conserva el colorido pintoresco y tradicional. Su organización se remonta a 1505, cuando Julio II los reclutó para sus guerras italianas.

Si Roma es de por sí una ciudad monumental, entrar en el Estado del Vaticano es quedarse maravillado ante lo grandioso. Sobre una superficie de 0.440 Km. cuadrados, es decir en 44 hectáreas, hay 55,000 metros cuadrados de construcciones, 20 patios, 997 escaleras, 12,000 ventanas, 10,000 estancias de todas dimensiones, con muebles preciosos, objetos de arte…

  Es el Estado más pequeño de cuantos existen hoy en el mundo -último reducto de la potencia que fueron los Estados Pontificios durante la Edad Media y el Renacimiento- sobre el que se apoya la soberanía espiritual de la Iglesia. Su actual circunscripción data del 11 de febrero de 1929, delimitada con la histórica firma de los Acuerdos de Letrán.

  Con esta firma terminó un largo período de aislamiento de cuatro Papas (Pío IX, León XIII, Pío X y Benedicto XV), considerados prisioneros en el Vaticano a partir de la entrada de las tropas piamontesas en Roma, por la brecha de la Porta Pía, el 20 de septiembre de 1870, y con la que se consumó la unidad italiana.

A la derecha del Aula queda la Sala de Prensa del Vaticano, a la que tienen acceso todos los periodistas acreditados. Aquí se publica todos los días el Boletín de Prensa, mediante el cual se difunden posteriormente las noticias del Vaticano a todo el mundo. Desde aquí el portavoz de la Santa Sede, el español Joaquín Navarro Valls, emite comunicados lacónicos, hace declaraciones, anuncia viajes y eventos diversos.

Aunque empujado por la corriente humana que cada vez es más densa, no me resisto a preguntar qué es el edificio de la izquierda. "II Palazzo del Santo Uffizio", me dice una monja sin detener su paso apresurado. Mis ojos se iluminan al ver en persona la en otro tiempo temible sede de la Inquisición desde donde se emanaron decisiones, leyes, normas de conducta para preservar con celo la pureza de la fe. Hoy, este edificio es residencia de cardenales, obispos y personal del Vaticano. La Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación del cardenal Ratzinger, se ha mudado a "Via della Conciliazione".

      El Aula Pablo VI, verdadera proeza de ingeniería de Pierluigi Nervi, ya se ha llenado de peregrinos. Faltan dos minutos para las 11:00 y la gente se levanta y se vuelve a sentar con inquietud y nerviosismo al menor aplauso o flash fotográfico. Grupos folclóricos danzan y cantan mientras tanto. Juan Pablo II está a punto de ingresar. Más de diez mil personas escucharán en silencio reverente y orden paciente -después de un vendaval de aplausos y gritos- sus palabras en italiano, inglés, francés, alemán, español, portugués y polaco. Al final, los privilegiados que ocuparon los puestos cercanos a la valla central estrecharán su mano, intercambiarán algunas palabras y hasta podrán conservar, si tienen algo de suerte, el recuerdo de esta experiencia con una fotografía de Arturo Mari, fotógrafo oficial del Vaticano. La eliminación de la "silla gestatoria" dificulta la visión, pero aumenta el contacto humano y la espontaneidad.

  Siguiendo por la Plaza de Santa Marta, a la izquierda de la Basílica, llegamos al "Palazzo del Governatorato". Antes, una estrella de mármol incrustada en el pavimento recuerda que en este lugar, según la tradición, dentro del Circo de Nerón, San Pedro recibió el martirio cuando llegó a Roma para anunciar la buena nueva de Jesucristo. Días después, a unos cuantos metros de aquí, se le dio sepultura. Este hecho suscitó las peregrinaciones de los primeros cristianos a la colina del Vaticano, la posterior construcción de una capilla inicial sobre su tumba, agrandada después por Constantino, la edificación de la actual basílica y la construcción de una residencia en los alrededores, que sería más tarde la morada del Vicario de Cristo. El Vaticano es hoy una basílica, un museo, un palacio, unos jardines, una capital y un importante centro espiritual que se ha puesto bajo la protección de la Convención de la Haya el 24 de mayo de 1954, que establece la salvaguardia internacional de los bienes culturales en caso de conflicto.

  Alrededor de la Plaza de Santa Marta desfilan coches negros o azul marino, en su mayoría con las placas SCV (Stato Cittá del Vaticano). Pertenecen a empleados, eclesiásticos o diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. Algunos van al "Palazzo del Governatorato" o sede del Gobierno del Vaticano, un magnífico palacio estilo renacentista construido por Pío XI en la cabecera de la Basílica de San Pedro. Aquí se encuentran las oficinas de las 10 secretarías o ministerios del gobierno civil del Vaticano: la de filatelia, numismática, correos y telégrafos, oficina de información; monumentos, museos y galerías pontificios; servicios técnicos, edificios, instalaciones, mantenimiento, superintendencia, restauración y teléfonos; Radio Vaticana; servicios económicos; servicios sanitarios; Observatorio de Castelgandolfo; estudios e investigaciones arqueológicas; dirección de las villas pontificias de Castelgandolfo; servicio civil de vigilancia.

  A la izquierda del Palazzo del Governatorato, en una esquina de la Plaza de Santa Marta, los coches hacen fila. Con bonos válidos para un ano, cargan gasolina, cuyo precio en el Vaticano es un 30 por ciento inferior a las tarifas italianas.

A partir de este momento todo es serenidad y silencio, en medio del verdor y arte de los jardines vaticanos. En ellos abundan las fuentes, las estatuas, las grutas marianas. Por ellos pasea a veces el Papa para descansar su espíritu de los problemas y preocupaciones diarias. Se pueden fotografiar y filmar, salvo la zona reservada al Papa, por encima del "Palazzo del Governatorato".

Rompiendo el grato silencio imperante, de cuando en cuando un tren llega a la pequeña estación del Vaticano, donde descarga mercancías diversas y se baja algún que otro viajero.

Entre la masa de vegetación exquisitamente cuidada sobresale la Torre León XIII, residencia veraniega que fue del Papa Pecci. Hasta 1985 era la sede de Radio Vaticana. El lugar es ideal, pero las dimensiones estrechas. Sus estudios actuales se encuentran en "Piazza Pia, 3", frente al Castillo de San Ángelo, en donde hay unas instalaciones más cómodas. Aquí trabajan 320 personas, de las cuales 60 son sacerdotes y 30 religiosas. A las 8 de la mañana comienza la transmisión del programa "Cuatro voces" en italiano, francés, inglés y español. Además de este noticiero y de la misa diaria, se transmiten programas musicales y culturales en 43 lenguas, y las ceremonias en las que participa el Papa, junto con el Rosario que recita el primer sábado de mes. La antena transmisora que se ve en los jardines vaticanos es un "relé hertziano" que remite las transmisiones desde el mussoliniano palacio Pío XI hasta Santa María de Galería, donde un bosque de antenas, sobre un terreno que goza de extraterritorialidad a 20 Km. de Roma, asegura las emisiones hacia el mundo entero.

Desde la Torre León XIII llegamos a los Museos Vaticanos. Junto a la Basílica, es la única parte realmente accesible a todos. Se entra a ellos por la parte opuesta a la Plaza de San Pedro, desde el "Viale del Vaticano". Sus galerías tienen una longitud de 7 Km. y la riqueza de sus colecciones y objetos artísticos de todo tipo es única en el mundo, a pesar de las depredaciones que siguieron a las diversas invasiones de Roma. No sirvieron de mucho los "muros leonianos", mandados construir por León IV (847-855) para proteger la Basílica y las moradas adyacentes de las invasiones sarracenas, de Carlos V, de Napoleón, de los nazis mismos. Esta herencia, este patrimonio fabuloso -como lo es todo el Vaticano- es el resultado de dos mil años de catolicismo. Todos los Papas, los católicos de todo el mundo, han querido aportar su granito de arena, según su personalidad, el estilo del momento, los medios y el espacio a disposición. La acumulación de tantas aportaciones, regalos y de obras de arte debería concluir antes o después en la creación de un museo. Pío VII organizó el Museo de la Antigüedad Romana. Pío XI creó la Pinacoteca. Entre 1831 y 1846, Gregorio XVI, un apasionado del arte antiguo, inauguró el Museo Etrusco y el Museo Egipcio. Juan XXIII completó la obra reorganizando el Museo de Arqueología Cristiana, el Museo de la Antigüedad Profana y el Museo de las Misiones. Pablo VI, por su lado, dejó su impronta creando en 1973, en un nuevo edificio, el museo de Historia y de Arte Moderno, en donde se exhiben documentos y objetos del antiguo Estado Pontificio junto a automóviles, uniformes, armas y otros documentos invaluables. A principios de 1984, Juan Pablo II inauguró unos locales excavados bajo el patio próximo a la Capilla Sixtina para conservar las piezas más preciosas de la Biblioteca Vaticana. Asimismo, los microfilmes de los manuscritos y documentos de archivo más importantes están guardados en un lugar seguro de los Estados Unidos. Vale la pena todo este esfuerzo para salvaguardar este patrimonio universal de la humanidad.

Próximo a los Museos Vaticanos se encuentra el Palacio Apostólico. Es un edificio renacentista -el mismo que utilizaron todos los últimos Papas, sin más modificaciones que la introducida por Juan Pablo II al colocar una pequeña imagen de la Virgen de Czestochowa detrás del altar de la capilla-construido por Domenico Fontana. El apartamento pontificio ocupa los dos últimos pisos de este palacio mandado construir por Sixto V (1585-1590) y que completa el Patio de San Dámaso. El resto del edificio está ocupado por la Secretaría de Estado, la capilla Paulina (adornada con frescos de Miguel Ángel y donde el Papa hace cada año los ejercicios espirituales), salas para audiencias y habitaciones del Secretario de Estado y su sustituto. Aquí, en el apartamento pontificio la intimidad del Papa está súper protegida, sobre todo después del atentado del 13 de mayo de 1981. El despacho privado del Papa corresponde -mirando desde la Plaza- a la segunda ventana del último piso, la ventana más famosa del mundo, en la fachada meridional del edificio, y domina la Plaza de San Pedro. Desde esta ventana el Papa reza el "Ángelus" cada domingo. Un vidrio antiproyectiles ha sido colocado en el vano de ella para que sea protegido de eventuales francotiradores. Al lado del despacho, tercera ventana, está la oficina del secretario personal. La habitación del Papa está en la esquina del edificio. La capilla, con capacidad para 46 personas, se encuentra en el lado opuesto al despacho privado. Juan Pablo II pasa frecuentes ratos en ella, junto a la Eucaristía. "Mi espiritualidad es un poco geográfica. Una geografía eucarística", le decía una vez al periodista Orazio Petrosillo. Las demás habitaciones del apartamento pontificio consisten en un gran salón para las visitas, una sala de estar, y la zona reservada a cuatro religiosas polacas que atienden al Papa desde la época de Cracovia. Un piso más abajo, al lado de las dependencias de la Secretaría de Estado, está la Biblioteca. Aquí recibe las visitas de Estado, a los embajadores, obispos en visita "ad límina" y otras personalidades. El baño, el comedor, la cocina, dan a oriente. El armario y las despensas ocupan la fachada septentrional. Atrás está también la terraza, donde todos los días, después de comer, el Papa hace el único ejercicio que se le permite: pasear. Si las salas de recepción están decoradas sobriamente pero con elegancia, las habitaciones privadas no poseen ningún lujo. Aquí se refugia el Papa para no ser observado, interpelado, grabado, fotografiado y analizado. Aquí se escapa de la presión de las muchedumbres y de los inmediatos colaboradores. Pero aquí también se encuentra cada día, durante todo el año, con 15-18 horas de trabajo bajo la constante tensión de los problemas que supone el gobierno de la Iglesia universal, con sus más de 810 millones de miembros en todo el mundo.

En el Estado del Vaticano solamente tienen su sede la Secretaría de Estado y el Consejo para los Asuntos Públicos de la Iglesia. El resto de los ministerios o secretarías, llamados todavía "dicasterios" o "congregaciones" de la Santa Sede, se alojan en territorio italiano: unos en los edificios laterales de la Via della Conciliazione, otros en el corazón mismo del pintoresco barrio del Trastevere o en otras partes de Roma.

Todo este conjunto de dicasterios y organismos -que es lo que constituye la Curia romana- son colaboradores estables del Papa. Su misión es estudiar y preparar la solución de los innumerables asuntos de la Iglesia universal. Actualmente son 9 las congregaciones romanas, a cuyo frente se encuentra un cardenal prefecto, que es asistido por un arzobispo secretario, designado como él por cinco años. Sus funciones cesan a la muerte del Papa reinante. Entre ellas, la más importante por su misión, es la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, que sucedió al antiguo Santo Oficio. La Congregación para las Iglesias Orientales se ocupa de los católicos orientales de todos los ritos. La Congregación para los Obispos, llamada anteriormente Consistorial, se ocupa de lo concerniente a las diócesis y los obispos. La Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino trabaja en conjunción con las conferencias episcopales. La de las Causas de los Santos prepara beatificaciones y canonizaciones. La Congregación para el Clero se ocupa de la vida y del ministerio de los sacerdotes y de los diáconos, del catecismo, de la predicación y de los bienes de la Iglesia. La Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares se encarga de las órdenes religiosas de todo el mundo. El cuidado de los seminarios, universidades y escuelas católicas corre a cargo de la Congregación para la Educación Católica. La Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que tiene su sede en Piazza di Spagna, estimula y coordina la actividad misionera de la Iglesia. A estas congregaciones tradicionales se suman los secretariados y los consejos pontificios.

A la cabeza de estos organismos -ello explica la cercanía de su sede al Papa- se encuentra la Secretaría de Estado. Esta es como la vista, el corazón y el brazo del Papa. Una sección contesta más de 120,000 cartas al aflo, 64,000 en lengua italiana y 32,000 en lengua inglesa; el resto se distribuye esencialmente entre las lenguas francesa, española, alemana, polaca y portuguesa. Otras secciones se ocupan de las relaciones internacionales, de la oficina central de estadísticas de la Iglesia, de las relaciones con los demás organismos de la Santa Sede, de las Cartas y Breves Apostólicos (documentos solemnes), de la información y de la documentación, del ceremonial y del personal. Los servicios generales comprenden la expedición, el cifrado, el protocolo, los telegramas, la dactilografía de los documentos y su reproducción. En total, alrededor de 120 personas, quince de las cuales son mujeres, laicas y religiosas.

En la tercera planta del mismo palacio del Vaticano, se encuentra el Consejo para los Asuntos Públicos de la Iglesia, cuya actividad, aunque menos intensa, es igualmente importante por su voluntad y perseverancia en negociar con todos los estados, incluidos los países del Este bajo hegemonía comunista. Su finalidad, según manifestaba el entonces monseñor Casaroli al mariscal Tito, es "asegurar a los creyentes las condiciones que les permitan vivir pacíficamente su fe y aportar su colaboración leal al desarrollo integral y solidario de todos los hombres". La representación diplomática de la Santa Sede consta actualmente de 77 jefes de misión (35 nuncios y 42 pronuncios), a los cuales se suman 19 legados apostólicos y los observadores en las grandes organizaciones internacionales: ONU en Nueva York, UNESCO en París, OIT en Ginebra, FAO en Roma, Consejo de Europa en Estrasburgoy Comunidad Europea en Bruselas.

Detrás del Patio de San Dámaso se encuentra el Barrio de Santa Ana. El sosiego y la tranquilidad del Palacio del Vaticano se convierten en bullicio, ríos de gente, ir y venir de camiones que descargan mercancías provenientes de varias regiones de Italia y del extranjero. Enclavado en el pequeño perímetro de este barrio se encuentra "L’Anno-na", el supermercado del Vaticano. Abre sus puertas a las 8.00 de la mañana, pero a esa hora la fila es ya inmensa. Unas 7,000 personas pasan todos los días por sus puertas.

Todos saben que habrán de esperar, pero están dispuestos a ello. Las tarifas libres de impuestos valen la pena. Además, ahí se puede encontrar mantequilla austriaca o danesa, champagne y cognac francés, turrón y aceite español, quesos polacos, cerveza alemana... Frente a la masiva clientela, la administración vaticana ha debido regular las entradas: el portador de la tarjeta-carnet sólo puede hacer su compra en determinados días de la semana, y además ha debido limitar las cantidades para evitar la reventa. Los clientes de "L’Annona" cuentan además en esa misma zona con una oficina de Correos -la única abierta durante las frecuentes huelgas en Italia-, una farmacia que es la mejor abastecida de toda Roma, en la que prestan sus servicios los hermanos de San Juan de Dios, y con un servicio médico completo.

En el edificio posterior, el "Osservatore Romano", fundado en 1861, ocupa 3 pisos. Ahí trabaja una docena de periodistas sobrecargados de trabajo. Algunas de sus secciones como el Editorial, Nuestras Informaciones, Santa Sede, Ciudad del Vaticano, tienen carácter oficial, es decir están inspiradas desde arriba. En la redacción las relaciones interpersonales y jerárquicas son muy cordiales. A mediodía, una hora antes de interrumpir el trabajo, todos se reúnen para rezar el "Ángelus". La edición diaria sale todos los días a las 3:00 de la tarde, con una tirada de 50.000 ejemplares. Además, tiene una edición semanal en italiano, francés, alemán, inglés, portugués y castellano, y una mensual en polaco.

Próxima a los talleres del diario vaticano se encuentra la célebre imprenta políglota, que publica en 94 lenguas diferentes. Su funcionamiento está confiado a los salesianos. Desde 1860 se imprimen en ella el "Anuario Pontificio", desde 1941 la "Actividad de la Santa Sede", y desde 1969 el "Anuario estadístico de la Iglesia", además de los documentos oficiales de la Santa Sede.

Dentro del mismo perímetro del Barrio de Santa Ana la central telefónica del Vaticano canaliza las conexiones interiores y exteriores, efectuando aproximadamente 6 millones de comunicaciones al ano.

Volviendo sobre nuestros pasos, llegamos a la Capilla Sixtina, eternizada por los frescos de Miguel Ángel, uno de los tesoros más valiosos del Vaticano. La bóveda está en restauración y ya se advierten cambios profundos. La próxima fase incluirá la restauración del Juicio Universal. ¿Qué pasará con los "velos" que cubren los desnudos?

Desde la Capilla Sixtina se pasa directamente a la Basílica de San Pedro a través de unos pasadizos medio laberínticos. San Pedro es el corazón mismo del Vaticano, su razón de ser. Sobre la tumba del primer vicario de Cristo se han levantado varias basílicas. La actual data de 1446 y es la más grande del mundo, la más visitada de la cristiandad. La nave central de la catedral del Papa mide 44 metros de altura, y alcanza los 132 bajo la cúpula, con una longitud de 187 metros, y con una anchura de 30 metros en la nave principal. Su superficie es de 16,000 metros cuadrados, la vigésimo octava parte de todo el territorio vaticano. El conjunto es una profusión de obras de arte que no se sabe por dónde empezar. Dentro de este gigantesco monumento el hombre tiene una vaga idea de la grandeza divina.

La Basílica de San Pedro conduce a la plaza del mismo nombre. Es su verdadero atrio. Acoge, recibe a los turistas y peregrinos con su superficie de 70,000 metros cuadrados, es decir, casi una sexta parte de la superficie total del Vaticano. Está demarcada por la columnata de Bernini, cuyas columnas miden 20 metros de alto. El obelisco central colocado por Sixto V en 1586 la domina con sus 30 metros de altura. La pátina de las piedras y el ocre de los muros dan vida y calor a este amplio espacio.

Encerrado en sus muros leonianos, el Vaticano abre sus brazos de par en par a la ciudad y al mundo con la columnata de Bernini coronada por 140 estatuas de santos sobre la balaustrada superior.