¿Hombre o mujer? ¿Cómo es Dios?
¿Por qué Dios haciéndose hombre se ha encarnado en una persona de sexo masculino? ¿Por qué a su vez este “Hijo de Dios” nos ha enseñado a dirigirnos a Dios llamándolo Padre?
Los conceptos que nos forjamos de Dios muchas veces provienen de conceptos propiamente humanos. Nuestra naturaleza es humana y por lo tanto está acostumbrada a moverse en esos parámetros, y aún más después de las corrientes iluministas, racionalistas y positivistas en donde todo lo que no entra en categorías humanas de la razón o todo lo que no se puede conocer por los sentidos carece de valor.
Dios es Dios. No es hombre ni mujer, está más allá de las categorías de los géneros. Por las limitaciones de la naturaleza humana y por las limitaciones lingüísticas de los escritores sagrados, es necesario recurrir a metáforas para explicar la naturaleza de Dios. Varias de esas metáforas se encuentran en la Biblia y es necesario tener los conocimientos adecuados para hacer una explicación certera de lo que Dios nos quiere decir a través de los escritos y de los mismos escritores sagrados. Gran parte de la problemática actual en la interpretación de la Biblia, particularmente la que realizan las sectas protestantes y otras religiones, se deben a la falta de método científico con que estas personas interpretan la Biblia: no toman en cuenta el idioma original en el que fue escrito, desconocen las circunstancias históricas, culturales y sociales en las que vivió el autor sagrado, ignoran la importancia y el papel fundamental de la tradición y de la transmisión del mensaje y así tan a la ligera pretenden dar su interpretación adecuada leyéndola sin tomar en cuenta todas y otras muchas de las circunstancias antes descritas.
Dejando a un lado este problema, nos centramos en el problema del sexo de Dios: ¿Masculino o femenino? Cuando Cristo mismo nos enseña a orar, se dirige a Dios con la palabra “Padre”. ¿Quiere esto decir que Dios es de sexo masculino? Se trata de una imagen que Cristo nos ha consignado para que pudiésemos recurrir fácilmente a Dios en la oración. No está de ninguna forma rebajando la naturaleza de Dios para hacerla accesible al hombre. Dios permanece siendo Dios con todos sus atributos que su naturaleza le otorgan. Simple y sencillamente se recurre a una imagen para que comprendamos mejor algunas de las características de Dios, concretamente en la oración: la paternidad en este caso no se refiere al aspecto sexual sino a aspectos como escucha amorosa, fuerza en quien apoyarnos, receptividad.
Así como Cristo recurre a Dios como Padre y no por eso quiere decir que Dios sea de sexo masculino, así también otros escritores sagrados hacen uso de metáforas femeninas para referirse a otras cualidades de Dios. Por ejemplo, cuando se habla de la “piedad” de Dios no se recurre al término abstracto de “piedad” sino a un término inmerso de corporeidad, de materialidad: “rachamim”, que quiere decir “el seno materno”, de Dios que simboliza propiamente la piedad. Gracias a esta palabra viene visualizada la maternidad de Dios en su significado espiritual.
A lo largo de toda la Biblia los escritores sagrados se suceden con una gran cantidad de metáforas, símbolos que expresan las cualidades de Dios. Algunas de esas cualidades vienen referidas con categorías masculinas (el Señor de los Ejércitos) y otras con categorías femeninas (aunque una madre se olvidara del hijo de sus entrañas yo nunca me olvidaré de Israel), no quedan circunscritas a la categoría de sexo porque la naturaleza de Dios está más allá de las categorías humanas con que podamos clasificarlo o conocerlo. Tan sólo vienen expresadas para que podamos aproximarnos un poco a conocer cuál es la naturaleza de Dios.