Durante
un vuelo de negocios, Carlos viajó sentado junto a una señora que
aparentemente tenía mucha necesidad de ser escuchada, porque durante el
recorrido le contó su historia. Su nombre era Marcela.
Hace dos meses que mi marido me abandonó -empezó contando-,¡y
yo que le dí los mejores años de mi vida! Le dí unos hijos hermosos,
una casa magnífica y siempre la tenía bien limpia. ¡No había una sola
mota de polvo.
Después de un sollozo, ella continuó: Mis hijos siempre iban
puntuales a la escuela. Fui una cocinera estupenda, siempre atendí a
sus amigos. Siempre estaba dispuesta a ir adonde él quisiera...
Carlos la escuchó atentamente, y después de un rato le preguntó si recordaba qué fue lo que conquistó a su esposo.
- Sí, creo que fue que de novios platicábamos mucho, siempre de
cosas interesantes, todos los días le contaba algo nuevo que aprendía
en mis estudios.
- ¿Y entonces qué pasó?
- Ya casada, ¿de qué le podía platicar? Me dediqué a darle los mejores años de mi vida.
La historia de Marcela termina con que el marido conoce a una
atractiva señorita en la oficina, a la que la trae sin cuidado el polvo
o las camisas limpias.
Tal vez hubiera sido diferente si Marcela hubiera comprendido que
su esposo no esperaba una persona que le limpiara y cocinara, sino una
compañera con quien seguir compartiendo su vida, sus conocimientos.
Claro que con esto no queremos exhonerar al marido de toda
responsabilidad.
¿Qué es una decepción amorosa?
Una decepción amorosa viene cuando se acepta a una persona en el
espacio íntimo, en el corazón, y esa persona empieza a comportarse de
forma contraria a la que uno se imaginó.
El encanto es algo que sucede cuando se idealiza a una persona al
grado de elevarla por encima de lo que realmente es. Hasta cierto
punto, esto es normal al principio de una relación amorosa.
A medida que pasa el tiempo se descubren nuevas facetas de la personalidad del compañero.
¿Cómo sucede esta desilusión de amor?
En una pareja de novios o de esposos, puede presentarse esta
decepción cuando uno de los dos no está pendiente de los cambios
sufridos por la otra persona, cambios normales que suceden al avanzar
una relación, al aumentar la edad cronológica o de maduración, o cuando
uno de los dos se encierra tanto en su pequeño mundo de quehaceres, que
se olvida de crecer; alimenta su cuerpo pero no su espíritu, como en el
caso de Marcela.
Por lo general, cuando se experimenta esta decepción, quiere decir
que el encanto se rompió. Es cuando se puede situar la pareja dentro de
la realidad de la vida. Dejan atrás el cuento de hadas y se enfrentarán
a las cosas como realmente son.
Este razonar los acontecimientos viene después del sentimiento
puro, pero requiere que ambos estén dispuestos a trabajar para resolver
sus problemas sin hacerse daño.
Si Marcela o su esposo alguna vez se sintieron solos, ciertamente
que nunca lo hablaron, y dejaron así que la distancia entre ellos
creciera, hasta el punto de convertirse en desconocidos viviendo
juntos.
Cuando una persona que ama siente que su pareja no llena las
expectativas que se tenían acerca de ella, hay varias maneras de
hacérselo saber. Las constructivas tienden puentes hacia la otra
persona, y las destructivas rompen los lazos que los unían.
Las formas destructivas, por poner un ejemplo, pueden ser:
- Gritar y escandalizar, avergonzando a la persona cuando ella a veces ni siquiera se dio cuenta de lo que hizo.
- Ridiculizar su actuación delante de amigos o familiares, en lugar
de esperar el momento adecuado para hablar directamente del problema
con la otra persona como lo exige su dignidad.
- Retraerse y retirarse sin demostrar ningún sentimiento y sin
explicación alguna, dejando a la pareja desconcertada por no saber el
motivo por el que no funcionó su relación.
Las formas constructivas pueden ser:
- Discutir con tranquilidad, exponiendo los puntos de vista propios para que la otra persona pueda entenderlos.
- Explicar la importancia que para uno tiene el que la otra persona
trate de cambiar en cierto aspecto, pues a lo mejor se está gestando
una división no deseada por ninguno de los dos.
- Respetar la forma de ser del otro en lo básico; por ejemplo,
una persona alegre por naturaleza podrá moderar las expresiones de su
alegría, pero nunca llegará a ser una persona mustia o triste, y si
llegara a cambiar tanto, estaría herida en su interior y sin capacidad
de amar.
- Luchar con paciencia para que la relación funcione, pues no todo se logra solucionar de golpe.
Los resultados de una decepción
Las decepciones amorosas pueden provocar reacciones dañinas, como
por ejemplo: cuando una persona se niega a tener relaciones cercanas
con otra por temor a un nuevo desengaño.
O por el contrario, pueden llevar a la persona a una superación
propia, que no hubiera conseguido sin haber pasado por aquella pena de
perder a la que creía era su pareja ideal.
Las desilusiones amorosas, como todo lo humano también son
temporales: en noviazgos truncados siempre existe la posibilidad de
encontrar otra pareja.
En el caso de los esposos, hay matrimonios que habiendo batallado
para entenderse en su juventud, encuentran la paz y tranquilidad más
adelante en la vida. O si en la madurez se alejaron por el trabajo o
los hijos, se reencuentran más adelante cuando se quedan solos y llegan
los nietos. Estos reencuentros se dan siempre y cuando exista el deseo
de mejorar la relación por ambas partes.
Siempre se puede aprender algo de un tropiezo, el caso es tratar de
sacar los aspectos positivos que surgen en los momentos de crisis y
tratar de ponerlos en práctica.