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De rodillas

Los ataques que ha recibido el Papa –el hecho de que la voz cantante la haya llevado el periódico The New York Times sirve para identificar quién está detrás- buscaban no sólo herir a la cabeza de la Iglesia, sino poner a ésta de rodillas, pidiendo una tregua, a cambio de la cual debería pagar un impuesto (bajar el nivel de su crítica al relativismo, al aborto y, quizá, algún compromiso político en Oriente Medio).

La Iglesia, efectivamente, se ha puesto de rodillas. Pero no ante los que quieren destruirla, sino ante Dios Todopoderoso. Con gran intuición, Benedicto XVI había proclamado un Año Santo sacerdotal –en el que aún estamos- y, providencialmente, por doquier se celebran otro tipo de Años Santos, desde el famoso Compostelano a otros menos conocidos, como el de Caravaca de la Cruz o el que celebra el V centenario de la catedral de Orihuela. La Iglesia, efectivamente, está de rodillas ante Dios, pidiéndole a Él misericordia por sus pecados, pero también pidiéndole fortaleza para no rendirse a los que quieren separarla de su lado. Estoy seguro de que esta Semana Santa va a ser más “santa” que nunca y que más fieles que otros años van a llenar templos y calles –los 70.000 que han acompañado al Divino Cautivo de Málaga son un récord-. Antes que nosotros, otros han obrado así. Cuando Herodes apresó a San Pedro, “la Iglesia sin cesar hacía oración por él”, hasta que se produjo su liberación. Hoy, de nuevo, San Pedro –en su sucesor, el Papa- es atacado virulentamente y los católicos sabemos qué tenemos que hacer: no arrodillarnos ante los enemigos, sino ante Dios, el único Señor de la Historia.