¿De dónde saca el dinero el Papa para sus obras de
caridad?
«Querido John Paul, perdone si le llamó así, pero podría
ser su madre...». Hace algún tiempo llegó a Roma una carta que comenzaba con
estas palabras escrita por el puño y letra de una señora que había superado
los noventa años. El encargado de recibir la correspondencia del Papa
encontró en el sobre un cheque y algunas explicaciones.
«Durante toda mi vida –escribía la señora estadounidense–
he soñado con ir a Roma para ver al Papa. Pero con diez hijos y con el poco
dinero que llegaba a casa nunca he podido realiza este sueño. Este año mis
hijos me han regalado para mi cumpleaños el dinero necesario para pagar un
viaje a Roma. He pensado que soy demasiado vieja y me parece que mi salud no
va demasiado bien. Creo que nos veremos un poco más tarde, en el Cielo. Déle
este dinero a quien le haga falta».
En el Vaticano, todos los días se reciben cartas como
esta. En ellas llegan ofertas provenientes de todo el mundo «para la caridad
del Papa» que contribuyen a formar el «Óbolo de San Pedro», es decir, el
dinero que destina personalmente Juan Pablo II para ayudar a los
necesitados.
En 1996 llegaron con este motivo a Roma 58,7 millones de
dólares, más de 5 millones con respecto al año precedente. Por primera vez,
los países ex comunistas de Europa del Este aportaron más de un millón de
dólares. Y, aunque parezca imposible, llegaron dos ofertas individuales de
China popular.
Pero las contribuciones del Óbolo de San Pedro no llegan
sólo a través de cartas. Un día del año, que en muchos países se celebra
precisamente el 29 de junio, la aportación que los fieles hacen durante la
misa en todas las parroquias católicas es entregada al obispo, quien a su
vez la pone a disposición de la nunciatura apostólica del país. El nuncio,
que es el embajador del Papa, hace llegar después la suma recibida a Roma.
Entre los países que más contribuyen con el Óbolo de San
Pedro, se encuentra, en primera posición, Estados Unidos, seguido de Italia
y Alemania. En total, 138 países contribuyen con la caridad del Papa y,
según revela el padre Arturo Marín, encargado de la contabilidad del Óbolo,
es realmente «conmovedor ver la extraordinaria generosidad que demuestran
muchos países pobres como, por ejemplo, Perú o Colombia».
No existe un balance anual del Óbolo de San Pedro, por
razones de respeto hacia quien recibe las ayudas del Papa, que en muchas
ocasiones se destinan a países en situaciones críticas o a Iglesias locales
que atraviesan problemas delicados de libertad o equilibrio.
Cada día la oficina del Óbolo de San Pedro encuentra un
comunicado procedente del Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal
Angelo Sodano, con la lista de los «sobres» y con las cantidades que el Papa
ha pedido que se destinen.
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