Los comportamientos éticos o morales de la clase política dejan mucho que desear de cara a la ejemplaridad debida al pueblo llano, que les entregó su confianza en las urnas.
Esto se echa de ver en todo tiempo, pero máxime en vísperas de elecciones.
Las mutuas y graves acusaciones que en todos los medios se difunden sin el menor pudor, resaltan la catadura moral de algunos “padres de la patria”, que deberían ser modelos de honradez para todos,
Ni con el falso recurso a lo “político correcto” logran tapar la ciénaga en que algunos de ellos se mueven, pues con sus torpes conductas salpican a los demás e incluso al buen nombre del partido al que pertenecen. De aquí los juicios peyorativos del pueblo llano: “Todos son iguales”.
Acusaciones públicas de mentir, perjurar, estafar, robar, falsificar, chantajear, asaltar bancos, recalificar, malversar, calumniar, sobornar etcétera, están a la orden del día. Esta democracia está gravemente enferma por causa de los políticos. Hay quienes creen haber dado con el remedio de tanta miseria moral proponiendo “la renovación de caras”. Falso recurso. Lo que hay que renovar y a fondo, son las conciencias y proponerse una limpieza moral de integridad, honradez y dignidad, que alcancen a todos los grupos que intervienen en política. Este panorama no hay quien lo aguante por mucho tiempo.