En esta carrera de la investigación científica, al parecer imparable, de la clonación de embriones humanos, pocos han pensado en una barrera infranqueable con la que toparán, a la larga o a la corta, los científicos. A saber: el alma humana.
A nadie se le oculta que la meta última de la clonación de embriones no es otra que la clonación de seres humanos. Ahora bien, el ser humano no es sólo materia biológica. Toda persona es tal, por la composición del cuerpo y del alma; de la fusión entre la materia y el espíritu.
El clonar la oveja Dolly no presentó mayores problemas que los biológicos. Multiplicar ovejas clonadas, totalmente idénticas unas a otras, no constituyó gran problema. La clonación de personas no puede ser lo mismo que clonar ovejas. De aquí surge mi perplejidad: ¿Podrá la ciencia clonar un alma –espiritual y distinta - para cada persona clonada, es decir, idéntica en su cuerpo?.Quizás estemos ya en los umbrales de la era de Frankenstein.