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Catecismo de la Iglesia católica. La vida de oración

CUARTA PARTE
LA ORACIÓN CRISTIANA

PRIMERA SECCIÓN 
LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA

CAPÍTULO TERCERO
LA
VIDA DE ORACIÓN

2697 La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo
momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo.
Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los
profetas, insisten en la oración como un "recuerdo de Dios", un
frecuente despertar la "memoria del corazón": "Es necesario
acordarse de Dios más a menudo que de respirar" (San Gregorio Nacianceno,
or. theol. 1, 4). Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se ora,
con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la
oración cristiana, en intensidad y en duración.

2698 La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración
destinados a alimentar la oración continua. Algunos son diarios: la oración de
la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia de las
Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por
medio de la oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los
ritmos fundamentales de la vida de oración de los cristianos.

2699 El Señor conduce a cada persona por los caminos de la vida y de la
manera que él quiere. Cada fiel, a su vez, le responde según la determinación
de su corazón y las expresiones personales de su oración. No obstante, la
tradición cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de
oración: la oración vocal, la meditación, y la oración de contemplación.
Tienen en común un rasgo fundamental: el recogimiento del corazón. Esta
actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios

hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oración.