TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
CAPÍTULO PRIMERO
«AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA Y CON TODAS TUS FUERZAS»
ARTÍCULO 3
EL TERCER MANDAMIENTO
«Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días
trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de
descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo» (Ex 20, 8-10; cf
Dt 5, 12-15).«El
sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De
suerte que el Hijo del hombre también es Señor del sábado» (Mc 2, 27-28).
2168
El tercer
mandamiento del Decálogo proclama la santidad del sábado: ‘El día séptimo
será día de descanso completo, consagrado al Señor’ (Ex 31, 15).
2169
La Escritura hace a este propósito memoria de la creación: ‘Pues en seis
días hizo el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el
séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo
sagrado’ (Ex 20, 11).
2170 La Escritura ve también en el día del
Señor un memorial de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto: ‘Acuérdate
de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que el Señor tu Dios te sacó
de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha mandado
guardar el día del sábado’ (Dt 5, 15).
2171 Dios confió a Israel el
sábado para que lo guardara como signo de la alianza inquebrantable (cf
Ex 31, 16). El sábado
es para el Señor, santamente reservado a la alabanza de Dios, de su obra de
creación y de sus acciones salvíficas en favor de Israel.
2172
La acción de Dios es el modelo de la acción humana. Si Dios ‘tomó respiro’
el día séptimo (Ex 31, 17), también el hombre debe ‘descansar’ y hacer
que los demás, sobre todo los pobres, ‘recobren aliento’ (Ex 23, 12). El
sábado interrumpe los trabajos cotidianos y concede un respiro. Es un día de
protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (cf Ne 13,
15-22; 2 Cro 36, 21).
2173 El Evangelio relata numerosos
incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero
Jesús nunca falta a la santidad de este día (cf Mc 1, 21; Jn 9, 16), sino que
con autoridad da la interpretación auténtica de esta ley: ‘El sábado ha
sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado’ (Mc 2, 27). Con
compasión, Cristo proclama que ‘es lícito en sábado hacer el bien en vez
del mal, salvar una vida en vez de destruirla’ (Mc 3, 4). El sábado es el
día del Señor de las misericordias y del honor de Dios (cf Mt 12, 5; Jn 7, 23).
‘El Hijo del hombre es Señor del sábado’ (Mc 2, 28).
¡Este es el día que ha hecho el Señor, exultemos y
gocémonos en él! (Sal 118, 24).
El día de la Resurrección: la nueva creación
2174
Jesús resucitó de entre los muertos ‘el primer día de la semana’ (Mt 28,
1; Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1). En cuanto es el ‘primer día’, el día de
la Resurrección de Cristo recuerda la primera creación. En cuanto es el ‘octavo
día’, que sigue al sábado (cf Mc 16, 1); Mt 28, 1), significa la nueva
creación inaugurada con la resurrección de Cristo. Para los cristianos vino a
ser el primero de todos los días, la primera de todas las fiestas, el día del
Señor (‘Hè kyriakè hèmera’, ‘dies dominica’), el ‘domingo’:
Nos
reunimos todos el día del sol porque es el primer día (después del sábado
judío, pero también el primer día), en que Dios, sacando la materia de las
tinieblas, creó al mundo; ese mismo día, Jesucristo nuestro Salvador resucitó
de entre los muertos (S. Justino, Apol. 1,67).
El domingo, plenitud del sábado
2175
El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede
cronológicamente cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para
los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual
del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el
culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella
prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (cf 1 o 10, 11):
Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a
la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en
el que nuestra vida es bendecida por El y por su muerte. (S. Ignacio de
Antioquía, Magn. 9, 1).
2176 La celebración del domingo cumple la prescripción
moral, inscrita en el corazón del hombre, de ‘dar a Dios un culto exterior,
visible, público y regular bajo el signo de su bondad universal hacia los
hombres’ (S. Tomás de A., s. th. 2-2, 122, 4). El culto dominical realiza el
precepto moral de la Antigua Alianza, cuyo ritmo y espíritu recoge celebrando
cada semana al Creador y Redentor de su pueblo.
La Eucaristía
dominical
2177 La celebración dominical del día y de
la Eucaristía del Señor tiene un papel principalísimo en la vida de la
Iglesia. ‘El domingo, en el que se celebra el misterio pascual, por tradición
apostólica, ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de
precepto’ (CIC can. 1246, 1).
"Igualmente deben observarse los días de Navidad,
Epifanía, Ascensión, Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Santa María
Madre de Dios, Inmaculada Concepción y Asunción, San José, Santos
Apóstoles Pedro y Pablo y, finalmente, todos los Santos" (CIC can. 1246,
1).
2178 Esta práctica de la asamblea cristiana se remonta a los
comienzos de la edad apostólica (cf
Hch 2, 42-46; 1 Co 11, 17). La carta a los Hebreos dice: ‘No
abandonéis vuestra asamblea, como algunos acostumbran hacerlo, antes bien,
animaos mutuamente’ (Hb 10, 25).
La tradición conserva el recuerdo de una exhortación siempre
actual: ‘Venir temprano a la iglesia, acercarse al Señor y confesar sus
pecados, arrepentirse en la oración... Asistir a la sagrada y divina
liturgia, acabar su oración y no marcharse antes de la despedida... Lo hemos
dicho con frecuencia: este día os es dado para la oración y el descanso. Es
el día que ha hecho el Señor. En él exultamos y nos gozamos. (Autor anónimo,
serm. dom.).
2179 ‘La parroquia es una determinada comunidad
de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura
pastoral, bajo la autoridad del obispo diocesano, se encomienda a un párroco,
como su pastor propio’ (CIC can. 515, 1). Es el lugar donde todos los fieles
pueden reunirse para la celebración dominical de la Eucaristía. La parroquia
inicia al pueblo cristiano en la expresión ordinaria de la vida litúrgica, le
congrega en esta celebración; le enseña la doctrina salvífica de Cristo.
Practica la caridad del Señor en obras buenas y fraternas:
No puedes orar en casa como en la iglesia, donde son muchos
los reunidos, donde el grito de todos se eleva a Dios como desde un solo
corazón. Hay en ella algo más: la unión de los espíritus, la armonía de
las almas, el vínculo de la caridad, las oraciones de los sacerdotes. (S.
Juan Crisóstomo, incomprehens. 3, 6).
La obligación del domingo
2180 El mandamiento de la Iglesia
determina y precisa la ley del Señor: ‘El domingo y las demás fiestas de
precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa’ (CIC can.
1247). ‘Cumple el precepto de participar en la misa quien asiste a ella,
dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como
el día anterior por la tarde’ (CIC can. 1248, 1).
2181
La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana.
Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de
precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria [por ejemplo,
enfermedad, el cuidado de niños pequeños] o dispensados por su pastor propio
(cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un
pecado grave.”
2182 La participación en la celebración
común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de
fidelidad a Cristo y a su Iglesia. Los fieles proclaman así su comunión en la
fe y la caridad. Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la
salvación. Se reconfortan mutuamente, guiados por el Espíritu Santo.
2183 ‘Cuando falta el ministro sagrado u otra causa grave hace imposible la
participación en la celebración eucarística, se recomienda vivamente que los
fieles participen en la liturgia de la palabra, si ésta se celebra en la
iglesia parroquial o en otro lugar sagrado conforme a lo prescrito por el obispo
diocesano, o permanezcan en oración durante un tiempo conveniente, solos o en
familia, o, si es oportuno, en grupos de familias’ (CIC can. 1248, 2).
Día de gracia y de descanso
2184 Así como Dios ‘cesó el día séptimo de toda la tarea que había hecho’ (Gn 2, 2), así también la vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La institución del día del Señor contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y de solaz suficiente que les permita cultivar su vida familiar, cultural, social y religiosa (cf GS 67, 3).
2185 Durante el domingo y las
otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o
actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del
Señor, la práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del
espíritu y del cuerpo. Las necesidades familiares o una gran utilidad social
constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los
fieles deben cuidar de que legítimas excusas no introduzcan hábitos
perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud.
El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del
amor cultiva el justo trabajo. [S. Agustín, civ. 19, 19).
2186 Los cristianos que disponen de tiempo de descanso
deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos
derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo
está tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a
servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos. Los cristianos
deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los
cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. El domingo es un
tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el
crecimiento de la vida interior y cristiana.
2187
Santificar los domingos y los días de fiesta exige un esfuerzo común. Cada
cristiano debe evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impediría guardar
el día del Señor. Cuando las costumbres [deportes, restaurantes, etc.] y los
compromisos sociales (servicios públicos, etc.) requieren de algunos un trabajo
dominical, cada uno tiene la responsabilidad de dedicar un tiempo suficiente al
descanso. Los fieles cuidarán con moderación y caridad evitar los excesos y
las violencias engendrados a veces por espectáculos multitudinarios. A pesar de
las presiones económicas, los poderes públicos deben asegurar a los ciudadanos
un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una
obligación análoga con respecto a sus empleados.
2188 En
el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos
deben esforzarse por obtener el reconocimiento de los domingos y días de fiesta
de la Iglesia como días festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo público
de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una
contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la
legislación del país u otras razones obligan a trabajar el domingo, este día
debe ser al menos vivido como el día de nuestra liberación que nos hace
participar en esta ‘reunión de fiesta’, en esta ‘asamblea de los
primogénitos inscritos en los cielos’ (Hb 12, 22-23).
2189 ‘Guardarás el día del sábado para santificarlo’ (Dt 5, 12). ‘El día
séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor’ (Ex 31, 15).
2190. l sábado, que representaba la coronación de la primera creación, es
sustituido por el domingo que recuerda la nueva creación, inaugurada por la
resurrección de Cristo.
2191 La Iglesia celebra el día de la Resurrección de Cristo el octavo día, que es llamado con toda razón día del Señor, o domingo.
2192 ‘El domingo ha de observarse en toda la Iglesia como fies ta primordial de precepto‘ (CIC can. 1246, 1). ‘El domingo y las demás fies tas de precepto, losfieles tienen obligación de participar en la misa’(CIC can. 1247).
2193
‘El domingo y las demás fiestas de precepto... los fieles se abstendrán
de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la
alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente
y del cuerpo‘ (CIC can. 1247).
2194 La
institución del domingo contribuye a que todos disfruten de un ‘reposo y ocio
suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa‘ (GS
67, 3).
2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro
impedimentos para guardar el día del Señor.
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