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Carta de una misionera

He recibido carta de una misionera salesiana que lleva treinta años en Mozambique trabajando con los más pobres. Con gran esfuerzo por su parte y ayuda de buenas personas ha abierto una escuela para niñas huérfanas. Sus padres murieron al contraer el sida y han sido recogidas por las hermanas, que lo son todo para ellas.

He aquí cómo describe sor Lucilia la situación en que se encuentran: "Hoy he estado en la escuela de nuestras pequeñitas... Que tristeza. Todas sentadas en la tierra, las paredes eran unos pocos palos y el techo una hojas de palmera. Cada vez me hace mas daño, y me quema dentro la injusticia y la diferencia entre los dos mundos en los que vivimos. ¿Por qué?.. Porque todos las niñas que estaban en la escuela no tenían zapatos en los pies, las camisetas eran prácticamente tiras, y todas tenían ojos de hambre.

Me quedo impotente ante todo lo que cada día veo , y me veo a mi misma distante de ellos, porque yo aún tengo un trozo de pan para comer, jabón para lavar mi bata blanca, y tantas otras cosas que ellos no tienen.

Bueno, los excluidos del bienestar, subsisten y viven careciendo de lo más necesario. La técnica continua lejos, en el primer mundo, produciendo bienestar, confort y abundancia. Nuestros huérfanos cuando tienen un cuaderno ya son felices...

Perdona, no quería ir por aquí pero ya ves... no puedo compartir lo que no vivo.Las lluvias tardan en venir y sin ellas no tendremos comida. Espero que este calor se desdoble en agua para mi pueblo"..

Hasta aquí la carta de la misionera. Sobran los comentarios