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Barbas de cobre

¿Quién fue “Barbas de cobre? Nerón -Lucius Domitio Nero Claudius- nace el año 37 y muere el 68 de nuestra era. Emperador del 54 al 68. Como descendiente de la gran gens Domitia llevaba el sobrenombre de Aenobarbus, literalmente, “barbas de cobre”, “barba roja” diríamos hoy.

Nerón ha pasado a la historia como uno de los monstruos de la humanidad. Su vida como Emperador está marcada por una serie de crímenes como lo demuestran las siguientes fechas:
En 55 da muerte a Británico, hijo de Claudio, segundo esposo éste de Agripina, la madre de Nerón.
En el 59 manda al cadalso a su madre Agripina, quien antes había envenenado a su segundo esposo, Claudio.
En 62 la víctima es su primera esposa, Octavia.
En 65 le toca el turno a su preceptor, Séneca. En este mismo año mata a Popea, su esposa, por un enojo casual.

La vida de Nerón, a partir del año 62 en que se casa con Popea, se puede resumir en un extravagante desenfreno y en un verdadero delirio de grandeza, terror y placer. Con la mayor facilidad echaba mano de las fortunas de sus enemigos.

Hay un aspecto folklórico en la vida de este emperador: su afición por las correrías nocturnas en las que, disfrazado y bien acompañado y mejor protegido, cometía todo género de tropelías (saqueos, agresiones, etc). Tácito cuenta que “vestido de traje de esclavo por no ser conocido, discurriendo desenfrenadamente por las calles, tabernas y burdeles de la ciudad”. Pero su faceta más característica es la de artista: poeta y cantor, músico y bailarín. Llevaba consigo a todas partes a su maestro de canto y sus instrumentos musicales. Su mayor anhelo era presentarse ante el público de Grecia, pero era mediocre y no advertía el ridículo que hacía.

En el año 64 desencadena un incendio terrible en Roma y echa la culpa a los cristianos. Esto desencadena su primera persecución. Las personas con las cuales Jesucristo y los primeros cristianos trataron, no eran sólo personas particulares, sino que representan la figura completa de una totalidad de personas o clase de personas con tales sentimientos. Así, vemos hoy muchos Pedros, algunas Magdalenas, y unos pocos Judas. Hoy, también, algunos se podrían identificar con este emperador: los que buscan desenfrenadamente el placer, el poder y la diversión a costa de lo que sea, incluso de la vida ajena.