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Alternativas a la anticoncepción y el aborto

Introducción

El aborto, la anticoncepción, la educación sexual hedonista y el control de la población (a través de la anticoncepción y el aborto), lejos de mejorar o solucionar los problemas de la familia, la mujer y la sociedad, los empeoran. En este informe quisiéramos sugerir algunas soluciones a los problemas sociales que los medios ya mencionados no pueden solucionar o que inclusive son causa y parte de los mismos.

En primer lugar, la familia

Entendemos por el núcleo familiar la sociedad de personas que se funda en el matrimonio o unión estable y con intención de ser de por vida, entre un hombre y una mujer, de la cual proceden, por generación natural y/o adopción, los hijos. Los padres son los primeros y principales proveedores, protectores y educadores de sus hijos.

La familia es la base de la sociedad. Por lo tanto, todo intento de dar solución a los problemas sociales o de mejorar la sociedad, debe comenzar por salvaguardar y promover la familia. Más aún, la familia misma debe ser artífice de su propia salvaguarda y promoción, contribuyendo así al bien común.

Esto implica que toda política familiar debe estar dirigida no a sustituir a la familia, sino a protegerla y potenciarla para que ella misma pueda llevar a cabo esos fines.

Estos principios tienen una serie de implicaciones prácticas muy importantes que presentaremos a continuación.

Protección del vínculo conyugal

Si la familia es la base de la sociedad y está fundada en el matrimonio, se sigue que es de interés de todos que el vínculo conyugal sea protegido social y legalmente.

Por lo tanto, es deber de la sociedad y del Estado evitar leyes que permitan el divorcio a petición. No se podrá negar que habrá casos muy difíciles en los que éste es el último recurso para salvarguardar la integridad del cónjuge inocente y de los hijos. Sin embargo, antes de llegar a esa solución, se deben promover las instituciones sociales, religosas o seculares, que puedan ofrecer ayuda a las parejas con dificultades en orden a salvar, si es posible, su matrimonio y su familia.

El Estado y la sociedad también deben favorecer la unión legal matrimonial por medio de una adecuada política de impuestos y de un clima general que favorezca dicha unión y la familia (tal y como ésta ha sido definida) y que desfavorezca las uniones ilícitas o la cohabitación. Se ha demostrado que la cohabitación previa favorece el divorcio en el futuro, al mismo tiempo que crea un clima general de desmoralización.

El problema del machismo, de la violencia doméstica o de la ausencia física o espiritual del esposo y padre, debe también ser enfrentado por medio de una adecuada educación cívica en las escuelas, así como de leyes e instituciones que protejan a la mujer y a los niños.

También se necesitan leyes que prohiban aquellas prácticas que favorecen el machismo, la explotación de la mujer, la destrucción de la integridad moral (y a veces hasta física) de los niños, la infidelidad matrimonial y eventualmente el divorcio, como por ejemplo la pornografía, sobre todo la infantil. Hay otras prácticas que deben ser mantenidas dentro de ciertos límites, so pena de convertirse en destructoras del vínculo matrimonial y de la familia, como lo es, por ejemplo, el consumo de bebidas alcohólicas.

Una adecuada planificación de la familia

No cabe duda de que en muchas ocasiones los matrimonios necesitan planificar sus familias. El Estado y otras instituciones pueden ayudarlos en esta tarea. Pero deben siempre respetar el derecho inalienable de los cónyuges a decidir ellos mismos el número de sus hijos y el momento de tenerlos. También deben informarlos verazmente sobre los métodos de control natal que existen, sobre sus consecuencias y daños, si éstos existen.

Por lo tanto no se deben promover métodos que van contra las convicciones morales o religiosas de los esposos y/o que atenten contra su salud, especialmente la de la mujer, en la mayoría de los casos la víctima más frecuente de los mismos.

Menos aún se deben promover métodos que destruyen la vida humana, la cual debe ser protegida desde su concepción hasta su muerte natural sin "excepciones" (éstas, además de ser un engaño, siempre llevan al aborto a petición o a la eutanasia a petición). Esta es la postura más razonable, pues la ciencia demuestra que existe un ser humano desde la fertilización, y si existiera alguna duda, no es ético correr el riesgo de cometer un asesinato. El respeto por la vida no es el único derecho, ni el más alto, pero sí el más fundamental, sin él no se dan ninguno de los demás.

A la luz de estos principios no se deben promover los métodos artificiales de control de la natalidad. Todos ellos son dañinos para la salud, sobre todo femenina. Facilitan la promiscuidad, las enfermedades venéreas, el SIDA y la destrucción matrimonial. Otros métodos, como los anticonceptivos abortivos y el aborto quirúrgico, no solo destruyen la vida humana, sino que también dañan física y psicológicamente a la mujer. El vínculo entre un bebé por nacer y su madre es tan íntimo, que no se puede dañar al primero sin dañar al mismo tiempo a la segunda.

Por eso la solución al aborto clandestino, no es la legalización del aborto, sino la aplicación efectiva de las leyes punitivas a los aborteros, no a la mujer, víctima frecuente de este crimen, cuya colaboración se necesita para encausar a los que practican el aborto ilegal. También se necesitan los centros para ayudar a las mujeres embarazadas víctimas en potencia del aborto, asistencia médica adecuada a las mujeres pobres y ayuda (física y/o psicológica) a las mujeres que ya han sido víctimas del aborto.

Creemos sinceramente que la solución a la necesidad de muchos matrimonios de espaciar sus hijos, son los modernos métodos naturales (no nos referimos al obsoleto método del "ritmo"), tales como el sintotérmico, el Billings, el amantamiento ecológico, etc. Estos métodos, que la ciencia moderna ha descubierto, son eficaces, fáciles de aprender y de muy bajo (o ningún) costo. Además, no sólo no causan ningún daño a la mujer, sino que hasta favorecen su salud y autoestima, ya que fomentan el autoconocimiento. Otros importantes beneficios son el fomento de la comunicación, de la unidad y de la fidelidad matrimonial y de un mayor vínculo entre madre e hijo (como en el caso del amantamiento ecológico), con todos los beneficios físicos, psicológicos, familiares y sociales que todo esto trae consigo. Los métodos naturales son el mejor antídoto contra el machismo.

Protección y fomento de la familia

La política laboral debe también promover horas adecuadas, así como el salario familiar justo, de manera que, en cuanto sea posible, la madre de familia, si así lo desea, pueda permanecer en casa con sus hijos, y el padre también pueda estar con su familia un tiempo razonable. Se ha demostrado que la ausencia prolongada de ambos progenitores, sobre todo de la madre, contribuye al desajuste emocional y social de los niños. Las consecuencias son tremendas y muy costosas: pandillismo, violencia, relaciones prematrimoniales, aborto, drogas y alcohol. Estas dos últimas prácticas ocurren en un alto porcentaje precisamente en los hogares donde falta la supervisión de los padres ausentes.

A los padres se les debe respetar su derecho y deber de ser los primeros y principales educadores de sus hijos, sobre todo en materia tan delicada como la sexualidad. Las escuelas tienen un papel subsidiario, y nunca deben enseñar lo que está en contra de los valores de los padres ni del bien objetivo de los estudiantes. Los programas de educación sexual hedonista deben ser sustituídos por programas que fomenten el autocontrol y el carácter de los niños y jóvenes. En el momento oportuno y sin ninguna presentación de tipo erótico, gráfico o incitador y siempre bajo el conocimiento, la aprobación y el control de los padres, se les puede alertar a los estudiantes de los peligros de las relaciones sexuales fuera del matrimonio y de los daños de los anticonceptivos y del aborto, así como de las ventajas de las relaciones interpersonales sanas y virtuosas. La familia, los padres, el matrimonio, la honestidad, la justicia, así como otros deberes, virtudes, valores y derechos humanos y civiles deben ser favorablemente presentados a los estudiantes, para crear en ellos un profundo respeto por sí mismos, su familia y su país.

A este respecto sugerimos el programa de Enfoque a la Familia, que incluye el curso "El sexo, las mentiras y la verdad", como parte de un currículum de formación cívica. Este programa está dando grandes resultados en Nicaragua.

Protección de la soberanía nacional

Los países latinoamericanos no tienen por qué ser víctimas de políticas internacionales intervencionistas, sobre todo aquellas que fomentan un totalitarismo panimperialista, como lo es el demográfico, el cual ataca la transmisión misma de la vida humana, así como su ámbito más adecuado, que es la familia.

Por eso las políticas de "planificación familiar", sobre todo las de instituciones extranjeras o que reciben apoyo extranjero, deben ser analizadas críticamente y rechazadas cuando no respetan los derechos humanos, como las que hemos descrito en los informes anteriores. A este respecto, se debe informar al gobierno y al público sobre las falacias de la estrategia eufemísticamente llamada "maternidad sin riesgos", el mito de la "superpoblación" y otras tácticas que se utilizan para engañar al pueblo, promoviendo la falsa solución de la "planificación familiar", el aborto y la "educación" sexual hedonista.

Conclusión

Si la vida, la sexualidad, el matrimonio y la familia son respetados y promovidos, la sociedad podrá prosperar económica, política y humanamente. Si no, no importa cuanto "progreso" económico o material logre, la sociedad será víctima del mismo.

(Junio de 1996)