Las tradiciones están en peligro de desaparecer, amenazadas por la sustitución de los símbolos modernos, por la pérdida de la fecundidad de su propia propuesta, por la confusión en la comprensión de su significado y de sus orígenes, y porque sencillamente los objetos relacionados han dejado de serlo para muchos, el niño Jesús vestido, la Rosca, el muñequito, las velas o los tamales. Es preciso lanzarnos al rescate de la fiesta de la Candelaria.
El Evangelio según san Lucas 2, 22-39 describe la raíz de esta tradición histórica de nuestra religión. De acuerdo con la ley de Moisés, cuando una madre daba a luz a un niño, era considerada impura por siete días. Además debía permanecer durante treinta y tres días en purificación de sangre. Cuarenta días después del nacimiento de Jesús, la Virgen María cumplió con esta ley. Presentó al Niño Jesús al templo. Las madres eran sometidas a una cuarentena. El 2 de febrero se cumplen los 40 días contando desde el 25 de diciembre. Es por ello que el día de la Candelaria se conoce como la Fiesta de la Purificación de la Virgen María.
La tradición de esta fiesta data desde el siglo séptimo, con el Papa san Gelasio I. La ley de Moisés mandaba que el hijo primogénito le pertenecía a Nuestro Señor, y que había que rescatarlo pagando por él una limosna en el templo. Esto lo hicieron María y José, al presentar a Jesús en el templo con dos palomas, a falta de un cordero. En la puerta del templo estaba un sacerdote, el cual recibía a los padres y al niño y hacía la oración de presentación del pequeño infante al Señor (de ahí la tradición de que los niños sean vestidos y presentados en la Iglesia).
Antiguamente el 2 de febrero marcaba, en ciertas partes del mundo, el principio del año, el fin de las nevadas y el despertar de la tierra. Se hacía un culto especial con semillas y con velas (simbolizaban luz y alejaban las tormentas, el mal y los temblores) para Démeter, la diosa de la agricultura. Los cristianos decidieron inculturar la tradición, de ahí el nombre de «Candelaria». La Rosca de Reyes se une a la fiesta de la Candelaria porque el «niño» oculto que representa a Jesús deja de estarlo, escondido de los soldados que querían matarlo, y porque la tradición de la purificación de la madres así lo exigía.
Finalmente, fray Bernardino de Sahagún, en sus escritos, se refiere a la gran variedad de tamales que se podían encontrar en los mercados de aquel entonces y que, incluso, estaban presentes en los banquetes del emperador Moctezuma. El tamal es un símbolo de fiesta para nosotros los mexicanos, y qué mejor celebrar la presentación de Jesús, que con unos tamales.
La Candelaria es motivo de fiesta porque conmemora que Jesús es presentado en el templo, que ha sobrevivido a los soldados de Herodes; pero, sobre todo, el nacimiento público de la luz que ilumina nuestro sendero, esa vela que nos ilumina y que sólo permanece prendida, si así lo decidimos, viviendo de acuerdo con las enseñanzas divinas.