Muy oportuno, valiente y necesario, el documento “Redemptionis Sacramentum”, emanado de Roma, sobre los abusos introducidos en la liturgia católica en la celebración de los sacramentos y en especial de la Eucaristía.
El empleo de un lenguaje inusual, fuerte y contundente, viene a indicar la importancia que el Vaticano le ha querido dar. De “tarea gravísima y de abusos que no se pueden admitir”, junto con “la invitación a los fieles a que denuncien ante su obispo” tales abusos, denota la gravedad de la situación, que se desea atajar.
Quizás, a simple vista, para un lector apresurado, podrá parecer que es sólo, un elenco de abusos más o menos detallados, que atañen a los ministros del culto, como celebrar sin casulla, cambiar las lecturas o inventar las Plegarias eucarísticas, etcétera..
Sin restar importancia a tales abusos, nada es comparable con lo referido a los simples fieles y que se ha hecho “costumbre”, al acceder a “comulgar en pecado grave”, sin confesión previa.
Cada día va siendo más frecuente ver personas, alejadas de la práctica religiosa, o que viven en situaciones irregulares, o ignorantes de lo más elemental, que se acercan a comulgar sin más.
A los pastores de la Iglesia-obispos y sacerdotes- incumbe la grave tarea de informar y formar a los fieles, con su palabra y ejemplo, al respeto sumo de lo que celebran.