Las Glorias de María. María está pronta para ayudar a quien la invoca.
¡Pobres de nosotros que siendo hijos de la infeliz Eva, y por lo mismo reos ante Dios de la misma culpa, condenados a la misma pena, andamos agobiados por este valle de lágrimas, lejos de nuestra patria, llorando afligidos por tantos dolores del cuerpo y del alma! Pero ¡bienaventurado el que, entre tantas miserias, con frecuencia se vuelve hacia la consoladora del mundo y refugio de miserables, a la excelsa Madre de Dios y devotamente la llama y le ruega! "Bienaventurado el hombre que me escucha y vigila constantemente a las puertas de mi casa" (Pr 8,34).