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Padre Florian Rodero L.C.

María en Pentecostés

La madre silenciosa. Cuarenta días en el anonimato. Nadie sabe lo que hizo ni cómo vivió María después de la deposición de su Hijo en el sepulcro. ¿Cristo se le apareció o no? Para la respuesta, afirmativa o negativa, hay razones justificadas. La curiosidad humana hubiera querido sentirse más satisfecha. Quizá el evangelio, según el parecer de san Ambrosio, guarda un respetuoso silencio y un silencioso pudor.

María la primera consagrada

Juan Pablo II, comentando el pasaje de la Presentación de Jesús en el templo, afirma que la peregrinación de María y José al templo de Jerusalén adquiere el significado de una consagración a Dios, en el lugar de su presencia (11 de diciembre de 1996). Al no tener María por qué purificar la conciencia de alguna mancha de pecado, este acontecimiento adquiere un sentido ulterior y más completo: el de un ofrecimiento de su propia vida juntamente con la de Jesús.