Contigo aprendí
Hace poco tuve el gusto de coincidir con uno de esos señores de los que aprendí mucho cuando era joven. Dado que los años han ido dejando su huella en los dos, resultaron evidentes los cambios en las carrocerías; sin embargo, gracias a Dios, he podido comprobar que hay personas quienes, al igual que los buenos vinos, mejoran con el tiempo. Don Ignacio Campero sigue siendo ese “señorón” al que he admirado por años.