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Más allá de la tentación

Lo propio de la tentación consiste en “tentar”, atraer, sugestionar, absorber, arrastrar. Especialmente cuando la tentación consigue presentarse como algo “bueno”, como una solución para los problemas personales, o como la conquista de caminos fáciles para la felicidad.

Pero la tentación pierde casi toda su fuerza seductora cuando dentro del alma hay una certeza profunda: Dios se interesa por mí, Dios me busca, Dios me acompaña, Dios me salva, Dios me ama.

Esperar más allá de la ciencia

Vale la pena recordarlo: la ciencia llega hasta donde puede llegar, y luego se detiene. No es capaz de eliminar la muerte, no puede suprimir la angustia, no consigue erradicar las injusticias, no impone la paz entre los enemigos, no construye un mundo capaz de durar indefinidamente.

Entonces, ¿qué nos da la ciencia? Gracias a ella existen edificios magníficos, medicinas muy provechosas, técnicas de cultivo más eficaces. Sin la ciencia sería imposible comunicarnos con la agilidad y la rapidez que hoy nos resultan casi normales.