Tú di sapo... y yo brinco
Resulta patente que la obediencia no está en sus mejores momentos. Obedecer suele ser mal visto y quienes lo hacen con frecuencia son considerados como seres inferiores. La razón es simple: quien obedece se somete a la voluntad del que manda. Es decir, la obediencia exige que alguien determine la ruta y los medios, adoptando la postura del superior, mientras que quien obedece habrá de conformarse con seguir el camino marcado, sin que muchas veces, ni siquiera se le pida su opinión.