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Aprender a leer es aprender a gozar

Aprender a leer es aprender a gozar

Se ha dicho que la literatura es como un espejo que el hombre levanta ante sí y le ayuda a conocerse. En efecto, las grandes obras de la literatura universal proporcionan un profundo conocimiento del alma humana. “En la ciencia, lea de preferencia los trabajos más nuevos; en literatura haga lo contrario. Los libros clásicos siempre son lo más moderno que encontrará”, escribía el novelista Edward Bulwer-Lytton a un amigo que le consultada sobre lecturas.

Vivir la Liturgia

Vivir la Liturgia 

La liturgia es la celebración de la fe. La acción más noble que la Iglesia puede celebrar es la liturgia; no es tema sólo de clérigos sino que también es propia de los laicos. La liturgia es la realidad misma de los sacramentos en cuanto vividos y celebrados por la comunidad.

Leer

El encuentro con un libro supone para millones de personas el umbral de entrada al mundo de la verdad, de la belleza y de la libertad.  

Tiene mucha importancia el cultivo de la inteligencia y la preparación cultural en la formación de la personalidad. La lectura incide en la capacidad de comunicación oral y escrita, lo que permite una participación más inteligente en la vida social.  

Tres lecturas de mi vida

Vamos a leer y buscar una explicación de nuestra vida. Hay muchos modos de hacerlo, y queremos ahora presentar tres posibles métodos de lectura.

Primera lectura: ver la propia vida como el resultado de lo que otros han decidido, han obrado sobre mí (a nivel físico, a nivel espiritual). O como resultado de la casualidad, del destino, de terremotos, virus y accidentes que se sucedieron de modo imprevisto, necesario, casi trágico.

La conversión del corazón

La conversión del corazón

Reflexionar es una conversión que no debe ser solamente una conversión
exterior, sino que debe ir sobre todo hacia la conversión del corazón. La
conversión del corazón que viene a ser el núcleo de toda la Cuaresma, es vista
por la Escritura, como un momento de elección por parte del hombre que debe
dirigir a Alguien. La pregunta es: ¿A quién dirigimos el corazón? ¿Hacia quién
me estoy dirigiendo yo? En este período en el cual la Iglesia nos invita a