El árbol de Navidad
El bueno de San Francisco de Asís vivía la Navidad maravillosamente. Cantaba, danzaba, contagiando su felicidad. Si el día 25 caía en viernes, lo celebraba en grande. En fecha tan entrañable no se podía ayunar. -Si las paredes pudieran comer carne, hermano León, se la ofrecería para que también ellas pudieran celebrar el nacimiento del Niño Dios– les decía con ternura.