Experiencias de un misionero
Hace ya muchos años, allá por 1646, Arizpe era la capital de un inmenso territorio en el norte de México, tan grande en extensión como Italia. La corona española embarcó soldados y misioneros. Las armas de los primeros sirvieron para aplacar a los Apaches, la raza más agresiva y hostil de las cuarenta tribus que poblaba esta zona norteña. Al grupo de misioneros jesuítas, se sumaron algunos italianos.