Unidos por amor y para amar
La Iglesia existe y nace porque es llamada, porque es amada. El primer paso vino desde Dios: nos ha creado, nos ha rescatado, nos ha ennoblecido infinitamente al hacernos hijos en el Hijo.
La experiencia más profunda de nuestra fe cristiana radica en descubrir y acoger ese amor divino. Un amor que no merecíamos, que nos fue dado gratuitamente, más allá de todas nuestras expectativas, de nuestras súplicas, de nuestras necesidades, de nuestras heridas y pecados.