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poco

Subidas, bajadas y un poco de cemento

La vida a veces nos vapulea. Subimos, bajamos, estamos bien y al rato nos tienen que sacar del cubo de la basura. Hoy compramos un billete para ir de vacaciones a tal lugar, y mañana quisiéramos romperlo para quedarnos más tiempo con la familia o los amigos.

Nuestras decisiones tienen muchos ingredientes. Análisis fríos, emociones calientes, presiones de los de casa o en el trabajo, intuiciones y miedos: todo se mezcla y, de repente, decidimos.

Dios me poda poco a poco

Dios me poda poco a poco

El Volvió a ocurrir. Aquello que tanto temía se hizo presente en mi vida. Dejó una herida profunda, abierta, que no deja de dolerme allá, muy dentro de mi alma.

Tuve que afrontar la dificultad, tuve que buscar fuerzas para salir adelante. En mi corazón busqué aferrarme a una rama de esperanza.

Sí: lo que menos deseaba ha llegado. Pero al menos puedo refugiarme en un consuelo, en una trinchera nueva. Tengo pequeñas alegrías que me suavizan en la hora de la prueba. Queda una rama de esperanza.

Sufrimos y morimos un poco todos

Caminamos por la vida. A lo largo del sendero vamos encontrando miles de objetos, plantas, insectos, animales más complejos, hombres y mujeres. Cada uno nos dice algo distinto. Algunos seres, como las baldosas del suelo, apenas sí entran un instante en el ángulo visual de nuestra retina para desaparecer, humildemente, tras las pisadas de nuestros zapatos. Otros seres, como un mosquito molesto en una noche de bochorno, nos impacientan y nos inquietan, nos despiertan y nos hacen estallar en palabras de queja o de rabia desesperada.

Dios me poda poco a poco

El Volvió a ocurrir. Aquello que tanto temía se hizo presente en mi vida. Dejó una herida profunda, abierta, que no deja de dolerme allá, muy dentro de mi alma.

Tuve que afrontar la dificultad, tuve que buscar fuerzas para salir adelante. En mi corazón busqué aferrarme a una rama de esperanza.

Sí: lo que menos deseaba ha llegado. Pero al menos puedo refugiarme en un consuelo, en una trinchera nueva. Tengo pequeñas alegrías que me suavizan en la hora de la prueba. Queda una rama de esperanza.