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crucifixión

Y se lavó las manos

“Y se lavó las manos”

 

El flagelum azotaba la piel, dejaba
laceraciones dolorosas y cicatrices permanentes pero el condenado seguía
viviendo luego del castigo; en cambio el flagrum descarnaba y provocaba
la muerte del condenado en un feroz traumatismo consecuencia de deshidratación,
cuantiosa pérdida de sangre y múltiples heridas por las porciones de carne
arrancadas al cuerpo.