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Lecturas del Jueves 11 de Junio de 2009

JUEVES 11

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

Santos: Bernabé, apóstol, y Paula Frassinetti, virgen. Solemnidad (Blanco)

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 80, 17)

Alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo y lo sació con miel sacada de la roca.

Se dice Gloria.

ORACIÓN COLECTA

Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del libro del Éxodo: 24, 3-8

En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: "Haremos todo lo que dice el Señor". Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel. 

Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor; tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad. 

Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: "Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor". 

Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: "Ésta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

En esta ceremonia de la alianza, Israel se compromete libremente a cumplir todos los mandamientos del Señor. Es un compromiso bilateral que impone deberes y derechos.

Del salmo 115 R/. Levantaré el cáliz de la salvación. 

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/. 

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/. 

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/.

Lectura de la carta a los hebreos: 9,11-15

Hermanos: Cuando Cristo se presentó como sumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el "lugar santísimo", a través de una tienda, que no estaba hecha por mano de hombres, ni pertenecía a esta creación. No llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre, con la cual nos obtuvo una redención eterna. 

Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros y las cenizas de una ternera, cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los israelitas una pureza legal, meramente exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que demos culto al Dios vivo, ya que a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios, y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para servir al Dios vivo! Por eso, Cristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte hizo que fueran perdonados los delitos cometidos durante la antigua alianza, para que los llamados por Dios pudieran recibir la herencia eterna que Él les había prometido. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Cristo se ofrece obedientemente al Padre y nos alcanza el rescate definitivo. Purificados por su sangre, ofrecemos nuestra vida cómo culto espiritual a Dios.

SECUENCIA

(Puede omitirse o puede recitarse en forma abreviada, comenzando por la estrofa: *"El pan que del cielo baja").

(Puede omitirse o puede recitarse en forma abreviada, comenzando par la estrofa: "El pan que del cielo baja ").

Al Salvador alabemos, 

que es nuestro pastor y guía.

Alabémoslo con himnos

y canciones de alegría.

Esto nuevo, siempre nuevo, 

es la luz de la verdad. 

que sustituye a lo viejo 

con reciente claridad.

Alabémoslo sin límites 

y con nuestras fuerzas todas; 

pues tan grande es el Señor, 

que nuestra alabanza es poca.

Gustosos hoy aclamamos 

a Cristo, que es nuestro pan. 

pues El es el pan de vida

que nos da vida inmortal.

Doce eran los que cenaban 

y les dio pan a los doce. 

Doce entonces lo comieron, 

y, después, todos los hombres.

Sea plena la alabanza 

y llena de alegres cantos; 

que nuestra alma se desborde 

en todo un concierto santo.

Hoy celebramos con gozo 

la gloriosa institución 

de este banquete divino, 

el banquete del Señor.

Esta es la nueva Pascua, 

Pascua del único Rey, 

que termina con la alianza 

tan pesada de la ley.

En aquella ultima cena 

Cristo hizo la maravilla

de dejar a sus amigos 

el memorial de su vida.

Enseñados por la Iglesia, 

consagramos pan y vino, 

que a los hombres nos redimen, 

y dan fuerza en el camino.

Es un dogma del cristiano 

que el pan se convierte en carne, 

y lo que antes era vino 

queda convertido en sangre.

Hay cosas que no entendemos, 

pues no alcanza la razón; 

mas si las vemos con fe, 

entraran al corazón.

Bajo símbolos diversos y 

en diferentes figuras, 

se esconden ciertas verdades 

maravillosas, profundas.

Su sangre es nuestra bebida; 

su carne, nuestro alimento; 

pero en el pan o en el vino 

Cristo esta todo completo

Quien lo come, no lo rompe, 

no lo parte ni divide; 

El es el todo y la parte;

vivo esta en quien lo recibe.

Cuando parten lo exterior,

solo parten lo que has visto;

no es una disminución

de la persona de Cristo.

Puede ser tan solo uno 

el que se acerca al altar, 

o pueden ser multitudes: 

Cristo no se acabara.

Lo comen buenos y malos, 

con provecho diferente; 

no es lo mismo tener vida 

que ser condenado a muerte.

A los malos les da muerte 

y a los buenos les da vida. 

¡Que efecto tan diferente 

tiene la misma comida!

El pan que del cielo baja 

es comida de viajeros. 

Es un pan para los hijos. 

¡No hay que tirarlo a los perros!

Isaac, el inocente, 

es figura de este pan, 

con el cordero de Pascua 

y el misterioso mana.

Ten compasión de nosotros, 

buen pastor, pan verdadero. 

Apaciéntanos y cuídanos 

y conducenos al cielo.

Si lo parten, no te apures 

solo parten lo exterior; 

en el mínimo fragmento 

entero late el Señor.

Todo lo puedes y sabes, 

pastor de ovejas, divino. 

Concedenos en el cielo 

gozar la herencia contigo. Amen.

ACLAMACIÓN (Jn 6, 51) R/. Aleluya, aleluya. 

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. R/.

Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 14, 12-16. 22-26

El primer día de la fiesta de los panes Asimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?". Él les dijo a dos de ellos: "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?'. Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglarla con divanes. Prepárennos allí la cena". Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. 

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen: esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: "Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

El banquete final que Jesús celebra con sus discípulos prefigura otro banquete. La muerte que lo amenaza no será definitiva. Jesús anticipa su resurrección.

Credo.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, concede a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, simbolizados en las ofrendas sacramentales que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. 

El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. 

Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados. 

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 6, 56)

El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad que ahora pregustamos, en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.