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Lecturas del Martes 5 de Mayo de 2009

MARTES 5 

Feria (Blanco) 

ANTÍFONA DE ENTRADA (Ap 19. 7. 6) 

Alegrémonos, regocijémonos y demos gracias, porque el Señor, nuestro Dios omnipotente, ha empezado a reinar. Aleluya. 

ORACIÓN COLECTA 

Dios Padre todopoderoso, concede a quienes celebramos la resurrección de Cristo, vivir plenamente la alegría de nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo... 

LITURGIA DE LA PALABRA 

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles: 11, 19-26 

En aquellos días, algunos de los que se habían dispersado, huyendo de la persecución desatada después de la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; pero predicaban el Evangelio solamente a los judíos. Sin embargo, hubo entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, que al llegar a Antioquía, comenzaron a dirigirse también a los griegos y a predicarles el Evangelio del Señor Jesús. Y como la mano del Señor estaba con ellos, muchos se convirtieron y abrazaron la fe. Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se ganó para el Señor una gran muchedumbre. 

Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquía. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquía, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. 

Esteban rescata a Pablo de su enclaustramiento en Tarso, lo asocia al vigoroso plan misionero que empujaba la Iglesia de Antioquia. Así da comienzo la enorme labor misionera de Saulo. 

Del salmo 86 R/. Alaben al Señor todos los pueblos. Aleluya. 

Jerusalén gloriosa, el Señor ha puesto en ti su templo. Tú eres más querida para Dios que todos los santuarios de Israel. R/. 

De ti, Jerusalén, ciudad del Señor, se dirán maravillas. Egipto y Babilonia adorarán al Señor; los filisteos, con Tiro y Etiopía, serán como tus hijos. R/. 

Y de ti, Jerusalén, afirmarán: "Todos los pueblos han nacido en ti y el Altísimo es tu fortaleza". R/. 

El Señor registrará en el libro de la vida a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo; y todos los pueblos te cantarán, bailando: "Tú eres la fuente de nuestra salvación". R/. 

ACLAMACIÓN (Jn 10, 27) R/. Aleluya, aleluya. 

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. R/. 

Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 10, 22-30 

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente". 

Jesús les respondió: "Ya se los he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie, las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y El es superior a todos, y nadie puede arrebatadas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. 

La cuestión de la identidad mesiánica de Jesús no es un problema que se aborde desde la neutralidad. Quien se dispone a escuchar sus palabras, se asoma a su misterio. 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual que vamos a ofrecerte nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

Prefacio I-V de Pascua. 

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (cfr. Lc 24, 46. 26) 

Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos y así entrara luego en su gloria. Aleluya. 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener, así, nuestra felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.