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Lecturas del Jueves Santo Ciclo B

Lecturas del Jueves Santo Ciclo B 

Misa vespertina de la Cena del Señor 

Según una antiquísima tradición de la Iglesia, en este día se prohíben todas las misas sin asistencia del pueblo. 

En la tarde, a la hora más oportuna, se celebra la misa de la Cena del Señor, con la participación de toda la comunidad local y con la intervención, según su propio oficio, de todos los sacerdotes y ministros. 

Los sacerdotes que hayan celebrado ya en la misa del Santo Crisma o por alguna razón pastoral, pueden concelebrar en la misa vespertina. Donde lo pida el bien de la comunidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebre otra misa en la tarde en templos u oratorias públicos o semipúblicos; en caso de verdadera necesidad, aun en la mañana, pero solamente en favor de los fieles que de ninguna manera puedan asistir a la misa de la tarde. Téngase cuidado, sin embargo, de que estas celebraciones no se hagan en provecho de personas particulares y de que no sean en perjuicio de la asistencia a la misa vespertina principal. La sagrada comunión se puede distribuir a los fieles sólo dentro de la misa; pero a los enfermos se les puede llevar a cualquier hora del día. 

Los fieles que hayan comulgado en la mañana en la misa del Santo Crisma, pueden comulgar de nuevo en la misa de la tarde. 

RITOS INICIALES Y LITURGIA DE LA PALABRA.

El sagrario debe estar completamente vació. Conságrense en esta misa suficientes hostias, de modo que alcancen para la comunión del clero y del pueblo, hoy y mañana.

ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Ga 6, 14)

Que nuestro único orgullo sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, porque en Él tenemos la salvación, la vida y la resurrección, y por Él hemos sido salvados y redimidos.

Se dice Gloria. Mientras se canta este himno, se tocan las campanas. Terminado el canto, las campanas no vuelven a tocarse hasta la Vigilia Pascual, a no ser que la Conferencia Episcopal o el Ordinario dispongan otra cosa. 

ORACIÓN COLECTA 

Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo... 

LITURGIA DE LA PALABRA 

Lectura del libro del Éxodo: 12, 1-8. 11-14 

En aquellos días, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón en tierra de Egipto: 

"Este mes será para ustedes el primero de todos los meses y el principio del año. Díganle a toda la comunidad de Israel: 'El día diez de este mes, tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. Si la familia es demasiado pequeña para comérselo, que se junte con los vecinos y elija un cordero adecuado al número de personas y a la cantidad que cada cual pueda comer. Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito 

Lo guardarán hasta el día catorce del mes, cuando toda la comunidad de los hijos de Israel lo inmolará al atardecer. Tomarán la sangre y rociarán las dos jambas y el dintel de la puerta de la casa donde vayan a comer el cordero. Esa noche comerán la carne, asada a fuego; comerán panes sin levadura y hierbas amargas. Comerán así: con la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano y a toda prisa, porque es la Pascua, es decir, el paso del Señor. 

Yo pasaré esa noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados. Castigaré a todos los dioses de Egipto, yo, el Señor. 

La sangre les servirá de señal en las casas donde habitan ustedes. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo y no habrá entre ustedes plaga exterminadora, cuando hiera yo la tierra de Egipto. 

Ese día será para ustedes un memorial y lo celebrarán como fiesta en honor del Señor. De generación en generación celebrarán esta festividad, como institución perpetua' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. 

Este ritual es establecido para conmemorar una intervención decisiva de Dios a favor de Israel. Cada comunidad creyente deletrea la presencia de Dios en su historia. 

Del salmo 115 R/. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava. 

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R/. 

A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R/. 

Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre. Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. R/. . 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 11, 23-26 

Hermanos: Yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". 

Lo mismo hizo con el cáliz después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él". 

Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. 

Pablo ha recibido la genuina tradición cristiana. Él sabe que Jesús escogió el pan y el vino, compartidos, para simbolizar y expresar su decisión de entregar su vida por todos. 

ACLAMACIÓN (Jn 13, 34) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús. 

Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. R/. 

Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 13, 1-15 

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido. 

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: "Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?". Jesús le replicó: "Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "Tú no me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tendrás parte conmigo". Entonces le dijo Simón Pedro: "En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos". Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: 'No todos están limpios'. 

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. 

La lección es por demás elocuente. El Señor Jesús se ha convertido en servidor de sus discípulos. Dios sirve a los suyos para enseñarnos que, quien sirve a sus hermanos, da gloria a Dios. 

En la homilía se exponen los grandes hechos que se recuerdan en esta misa, es decir, la institución de la Sagrada Eucaristía y del Orden Sacerdotal y el mandato del Señor sobre la caridad fraterna. Después de la homilía, donde lo aconseje el bien pastoral, se lleva a cabo el lavatorio de los pies. 

LAVATORIO DE LOS PIES 

Los varones designados para el rito van, acompañados por los ministros, a ocupar los asientos preparados para ellos en un lugar visible. 

El celebrante, quitada la casulla si es necesario, se acerca a cada una de las personas designadas y, con la ayuda de los ministros, les lava los pies y se los seca. 

Mientras tanto, se canta alguna de las antífonas siguientes o algún canto apropiado. 

ANTÍFONA PRIMERA (cfr. Jn 13, 4. 5. 15) 

El Señor se levantó de la mesa, echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de sus discípulos para darles ejemplo. 

ANTÍFONA SEGUNDA (Jn 13, 6. 7. 8) 

Señor, ¿pretendes tú, lavarme a mí los pies? 

Jesús le respondió: 

Si no te lavo los pies, no tendrás nada que ver conmigo. 

Fue Jesús hacia Simón Pedro y éste le dijo: 

Señor... 

Lo que yo estoy haciendo, tú no lo entiendes ahora; lo entenderás más tarde. 

Señor... 

ANTÍFONA TERCERA (cfr. Jn 13, 14) 

Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, ¡con cuánta mayor razón ustedes deben lavarse los pies unos a otros! 

ANTÍFONA CUARTA (Jn 13, 35) 

En esto reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: en que se amen los unos a los otros. 

Jesús dice a sus discípulos: 

En esto reconocerán todos... 

ANTÍFONA QUINTA (Jn 13, 34) 

Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado, dice el Señor. 

ANTÍFONA SEXTA (1 Co 13, 13) 

Que permanezcan en ustedes la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor. 

Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor; pero la mayor de estas tres virtudes es el amor. 

Que permanezcan... 

Inmediatamente después del lavatorio de los pies o, si éste no tuvo y lugar, después de la homilía, se hace la oración universal. 

No se dice Credo 

LITURGIA EUCARÍSTICA 

Al comienzo de la Liturgia Eucarística puede organizarse una procesión de los fieles, en la que se lleven dones para los pobres. Mientras tanto, se canta el siguiente himno Ubi cáritas est vera (A Dios siempre lo encontramos donde hay amor) u otro cántico apropiado. 

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor. 

El amor de Jesucristo nos ha unido, ha llenado nuestras almas de alegría. Abstengámonos, por lo tanto, de ofenderlo y aprendamos a encontrarlo en nuestro hermano. 

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor. 

Ya que estamos en Cristo congregados, que ya nada pueda nunca separamos. Cesen ya los rencores y las guerras, y que en Cristo nos miremos como hermanos. 

Ant. A Dios siempre lo encontramos donde hay amor. 

Haz que todos merezcamos en el cielo, ángeles y santos, ver tu rostro. Cumpliremos así todo nuestro anhelo y darás a nuestras almas gozo eterno. Amén. 

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS 

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial de la muerte de tu Hijo se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA 

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. 

El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir y el sacramento del sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. 

Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros S pecados. 

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos ,4 los oros celestiales. Cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo... 

Cuando se utiliza el Canon Romano, se dicen Reunidos en comunión, Acepta, Señor, en tu bondad y El cual, la víspera de su pasión propios. 

Si se usan las plegarias eucarísticas II o III, nótese la referencia que se hace de esta Misa. 

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Co 11, 24 25) 

Éste es mi Cuerpo, que se da por ustedes. Este cáliz es la nueva alianza establecida por mi Sangre; cuantas veces lo beban, háganlo en memoria mía, dice el Señor.

Después de distribuir la comunión, se deja sobre el altar un copón con hostias para la comunión del día siguiente y se termina la misa con esta oración. . 

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN 

Señor, tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial en tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

TRASLACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO 

Dicha la oración después de la comunión, el sacerdote, de pie ante el altar, pone incienso en el incensario y, arrodillado, inciensa tres veces al Santísimo Sacramento. En seguida recibe el paño de hombros, toma en sus manos el copón y lo cubre con las extremidades del paño. 

Se forma entonces la procesión para llevar al Santísimo Sacramento a través del templo, hasta el sitio donde se le va a guardar. Va adelante un acólito con la cruz alta; otros acólitos acompañan al Santísimo Sacramento con ciriales e incienso. El lugar de depósito debe estar preparado en alguna capilla convenientemente adornada. Durante la procesión, se canta el himno "Pange Lingua" (excepto las dos últimas estrofas) o algún otro canto eucarístico. 

Al llegar la procesión al lugar donde va a depositarse el Santísimo Sacramento, el sacerdote deposita el copón y, poniendo de nuevo incienso en el incensario, lo inciensa arrodillado, mientras se canta la parte final del himno "Tantum ergo". En seguida se cierra el tabernáculo o la urna del depósito. 

Después de unos momentos de adoración en silencio, el sacerdote y los ministros hacen genuflexión y vuelven a la sacristía. 

En seguida se desnuda el altar y, si es posible, se quitan del templo las cruces. Si algunas no se pueden retirar, es conveniente que queden cubiertas con un velo. 

Quienes asistieron a la misa vespertina no están obligados a rezar Vísperas. 

Exhórtense a los fieles, según las circunstancias y costumbres del lugar, a dedicar alguna parte de su tiempo, en la noche, a la adoración delante del Santísimo Sacramento. Esta adoración, después de la media noche, hágase sin solemnidad.