Lecturas Miércoles 4 de Marzo de 2009
MIÉRCOLES 4
Santos: Casimiro de Polonia, príncipe, y Lucio I, Papa, Beata Plácida Viel, abadesa. Feria (Morado)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 24, 6. 3. 22)
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas y no permitas que nos derrote el enemigo. Sálvanos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.
ORACIÓN COLECTA
Mira, Señor, con bondad a tu pueblo, que con fervor desea entregarse más a ti y concédele que la práctica de las buenas obras renueve su alma, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar su cuerpo. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura del libro del profeta Jonás: 3, 1-10
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: "Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”.
Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: "Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: "Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos".
Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
El rey de Nínive reflexiona atinadamente. La oración insistente y el ayuno son expresión de un corazón contrito, de ninguna forma son instrumentos mágicos para librarse del castigo.
Del salmo 50 R/. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
ACLAMACIÓN (Jl 2, 12-13) R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 11, 29-32
En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decides: "La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo.
Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás y aquí hay uno que es más que Jonás". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Con frecuencia nos asemejamos a los personajes obtusos que exigían continuas señales a Jesús. Él es la señal y el gran sacramento del amor del Padre. Sólo se requieren abrir los ojos y deletrear su Palabra.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te presentamos, Señor, este pan y este vino que tú mismo nos has dado para que te los ofreciéramos, a fin de que, al convertirlos tú en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos obtengan la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio 1- V de Cuaresma
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 5, 12)
Que se alegren, Señor, cuantos en ti confían, que se regocijen eternamente porque tú estás con ellos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.
Tú, Señor, que no cesas de invitamos a tu mesa, concédenos que la recepción de este sacramento sea para nosotros fuente de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.