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Lecturas Domingo 18 de Enero de 2009

Domingo 18 de Enero de 2009

II DOMINGO ORDINARIO

(Morado)

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 65, 4)

Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

ORACIÓN COLECTA

Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del primer libro de Samuel: 3, 3-10. 19

En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: "Aquí estoy". Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: ''Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamado y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte". Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: ''Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?".

Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: "Ve a acostarte y si te llama alguien responde: 'Habla, Señor; tu siervo te escucha' ". Y Samuel se fue a acostar.

De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel, Samuel". Éste respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha". Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Cuando alguien aprende a reconocer la voz de Dios, vive en actitud de escucha obediente. Samuel vivió su vida sirviendo al Señor como oyente de la Palabra. Así salvó a Israel.

Del salmo 39 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Esperé en el Señor con gran confianza, El se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R/.

Sacrificios Y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: "Aquí estoy". R/.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R/.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 6, 13-15. 17-20

Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con El. Huyan, por lo tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

La fe cristiana plantea opciones radicales. No se puede vivir en la ambigüedad. Quien reconoce la sacralidad de cada persona debe actuar en consecuencia.

ACLAMACIÓN (Jn 1. 41. 17) R/. Aleluya, aleluya.

Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por Él. R/.

Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Juan: 1, 35-42 .

En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Éste es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. El se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué buscan?". Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?". (Rabí significa "maestro"). El les dijo: "Vengan a ver:'. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con El ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir "el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás" (que significa Pedro, es decir, "roca"). Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Los primeros discípulos habían dado crédito a las palabras del Bautista. Se acercan a Jesús, conviven con Él y reconocen la autoridad y fuerza extraordinaria de su proyecto.

Credo

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio para los domingos del Tiempo ordinario

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (1 Jn 4, 16)

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en El.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Los reclamos de quienes observan nuestra peculiar manera de vivir la fe cristiana son unánimes. Demasiados discursos, numerosas palabras solemnes y poca experiencia de nuestro contacto con Dios. Ya lo decía algún filósofo alemán con sobrada ironía: "los cristianos doblan el cuello mientras reciben el cuerpo de Cristo, y al salir apenas al atrio de la iglesia hablan desenfadadamente del clima y de otras trivialidades. Prueba palpable de que no creen en realidad en el ritual que celebran". El Evangelio nos refiere que Felipe y Andrés se encontraron con Jesús, se dejaron contagiar de su entusiasmo y propagaron su alegría a un pescador y hermano llamado Simón. En esta situación de crisis y decadencia, es urgente que privilegiemos el valor de la experiencia. No se trata de teorizar nuestra fe, sino de experimentarla y vivida con decisión.