LUNES 26
Santos: Evaristo I, Papa y mártir; Cead o Ceades de Londres, obispo, y Cutberto de Canterbury, obispo. Feria (Verde)
ANTÍFONA DE ENTRADA (1 Co 12, 4-6)
Los carismas son diferentes, pero el Espíritu es el mismo Son diferentes los ministerios, pero el Señor es el mismo. Las actividades son diferentes, pero el Dios que obra todo en todos es el mismo.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que enseñaste a los ministros de tu Iglesia, a no buscar que alguien los sirva, sino a servir a todos, concédeles ser infatigables en el don de sí mismos, constantes en la oración, alegres y bondadosos en el ejercicio de su ministerio. Por nuestro Señor Jesucristo...
LITURGIA DE LA PALABRA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 8, 12-17
Hermanos: Nosotros no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán.
Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. No han recibido ustedes un espíritu de esclavos, que los haga temer de nuevo, sino un espíritu de hijos, en virtud del cual podemos llamar Padre a Dios. El mismo Espíritu Santo, a una con nuestro propio espíritu, da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios y coherederos con Cristo, puesto que sufrimos con El para ser glorificados junto con Él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
La prueba decisiva de nuestra filiación divina es la libertad interior. El que permanece fiel al impulso del Espíritu se manifiesta como auténtico hijo de Dios.
Del salmo 67 R/. Bendito sea el Señor, que nos salva.
Cuando el Señor actúa, sus enemigos se dispersan y huyen ante su faz los que lo odian. Ante el Señor, su Dios, gocen los justos y salten de alegría. R/.
Porque el Señor, desde su templo santo, a huérfanos y viudas da su auxilio; Él fue quien dio a los desvalidos casa, libertad y riqueza a los cautivos. R/.
Bendito sea el Señor, día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve. Nuestro Dios es un Dios de salvación, porque puede librarnos de la muerte. R/.
ACLAMACIÓN (cfr. Jn 17, 17) R/. Aleluya, aleluya.
Tu palabra, Señor, es la verdad; santifícanos en la verdad. R/.
Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Lucas: 13, 10-17
Un sábado, estaba Jesús enseñando en una sinagoga. Había ahí una mujer que llevaba dieciocho años enferma por causa de un espíritu malo. Estaba encorvada y no podía enderezarse. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos y, al instante, la mujer se enderezó y empezó a alabar a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiera hecho una curación en sábado, le dijo a la gente: "Hay seis días de la semana en que se puede trabajar; vengan, pues, durante esos días a que los curen y no el sábado".
Entonces el Señor dijo: "¡Hipócritas! ¿Acaso no desata cada uno de ustedes su buey o su burro del pesebre para llevarlo a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta hija de Abraham, a la que Satanás tuvo atada durante dieciocho años, ¿no era bueno desatarla de esa atadura, aun en día de sábado?".
Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron en vergüenza; en cambio, la gente se alegraba de todas las maravillas que Él hacía. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
El legalismo del jefe de la sinagoga es enfermizo. Antes que las prescripciones rituales, están la vida y la salud de las personas. Jesús discierne con inteligencia y cura a la mujer encorvada.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta, Padre santo, nuestros dones y concédenos seguir el ejemplo de humildad y servicio a los demás que nos dejó tu Hijo Jesucristo al lavar los pies de los Apóstoles. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Lc 12, 37)
Dichosos aquellos criados a quienes el Señor, al llegar, encuentre en vela. Los hará sentar a la mesa y Él mismo les servirá.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concede, Señor, a tus hijos alimentados con esta Eucaristía, ser fieles ministros del Evangelio, de los sacramentos y de la caridad, para bien de tu pueblo y gloria de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.