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Lecturas del Domingo 18 de Octubre de 2009

DOMINGO 18 

DOMINGO DE LAS MISIONES 

Santos: Lucas, evangelista: Justo de Trifonia de Roma. (Verde)

ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 95, 3-4)

Cuenten a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones, porque grande es el Señor y digno de toda alabanza.

Se dice Gloria

ORACIÓN COLECTA

Señor y Dios nuestro, que has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los hombres, a fin de que la obra redentora de tu Hijo perdure hasta el fin de los tiempos, haz que tus fieles caigan en la cuenta de que están llamados a trabajar por la salvación de los demás, para que todos los pueblos de la tierra formen una sola familia y surja una humanidad nueva en Cristo nuestro Señor, que vive y reina contigo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Lectura del libro del profeta Zacarías: 8, 20-23

Esto dice el Señor de los ejércitos: "Vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades. Y los habitantes de una ciudad irán a ver a los de la otra y les dirán: `Vayamos a orar ante el Señor y implorar la ayuda del Señor de los ejércitos'. `Yo también voy'. Y vendrán numerosos pueblos y naciones poderosas a orar ante el Señor Dios en Jerusalén y a implorar su protección".

Esto dice el Señor de los ejércitos: "En aquellos días, diez hombres de cada lengua extranjera tomarán por el borde del manto á un judío y le dirán: `Queremos ir contigo, pues hemos oído decir que Dios está con ustedes' ". Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Zacarías sigue creyendo en la misión que Dios encarga a Israel. Este es llamado a vivir como un pueblo santo, como una comunidad fraterna que atrae a todas las naciones.

Del salmo 66 R/. Que; todos los pueblos conozcan tu bondad.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. R/.

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones. R/.

La tierra ha producido ya sus frutos, Dios nos ha bendecido. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los romanos: 10, 9-18

Hermanos: Basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse.

En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en Él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por Él.

Ahora bien, ¿cómo van a invocar al Señor, si no creen en Él? ¿Y cómo van a creer en Él, si no han oído hablar de Él? ¿Y cómo van a oír hablar de Él, si no hay nadie que se lo anuncie? ¿Y cómo va a haber quienes lo anuncien, si no son enviados? Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermoso es ver correr sobre los montes al mensajero que trae buenas noticias!

Sin embargo, no todos han creído en el Evangelio. Ya lo dijo Isaías: Señor, ¿quién ha creído en nuestra predicación? Por lo tanto, la fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo.

Entonces, yo pregunto: ¿Acaso no habrán oído la predicación? ¡Claro que la han oído!, pues la Escritura dice: La voz de los mensajeros ha resonado en todo el mundo y sus palabras han llegado hasta el último rincón de la tierra. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

La fe viene a través de la predicación. Quien escucha el Evangelio y lo acoge de corazón, confesando a Jesús como Señor, vive como salvado y es rehabilitado por Dios.

ACLAMACIÓN (Mt 28, 19. 20) R/. Aleluya, aleluya.

Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. R/.

Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Marcos: 16, 15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos". El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesús se reúne con los once en Galilea para recomenzar la misión. No se quedarán encerradas en los confines de Israel, sino que saldrán a testimoniar la bondad del Reino a toda la humanidad.

Credo

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Señor, como aceptaste la gloriosa pasión de tu Hijo, dígnate aceptar también por la salvación del mundo, los dones y plegarias de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio dominical

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mc 16, 15)

Vayan por todo el mundo a proclamar la Buena Nueva a todas las naciones, dice el Señor

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Te pedimos, Señor, que la participación en tu mesa nos santifique y que la redención que tu Hijo consumó en la cruz, sea recibida con gozo en todo el mundo por medio del sacramento de tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

UNA REFLEXIÓN PARA NUESTRO TIEMPO.- Este mandato misionero de ninguna manera se confunde con un colonialismo religioso. Los cristianos no tenemos la exclusiva divina. Tampoco tenemos el derecho de envolver el Evangelio en nuestro ropaje cultural para imponerlo a personas de otras culturas. La Buena Nueva incluye un camino de verdadera humanización. Quien anuncia el mensaje de salvación cristiana no es propietario de una especie de franquicia religiosa exportable a todos los países del mundo. El misionero cristiano no avasalla con su credo religioso a otros creyentes; antes bien, es un testigo respetuoso y alegre del amor de Dios, manifestado en Jesús, el sufriente por antonomasia, que asumió el proyecto de su Padre hasta la entrega de su vida. Más que una doctrina, la fe cristiana en una forma de existir que nos asemeja con el estilo de vida que vive el Señor Jesús.