Pasar al contenido principal

Adviento

La Auténtica Renovación

La lectura del Evangelio de San Mateo nos hace reflexionar en alguien que, después de mucho tiempo, vuelve a vivir según Dios Nuestro Señor. Sin embargo, nos podría suceder que al reflexionar sobre la oveja perdida, perdiéramos la verdadera esencia de este regreso.

La autentica felicidad

Faltan muy pocos días para la venida de Nuestro Señor, y sin duda ya estamos preparando el ambiente externo, ya sabemos cómo y dónde vamos a pasar la Navidad y el Año Nuevo. Sin embargo, muchas veces el ajetreo normal de la vida podría hacernos perder de vista la necesidad profunda y seria de revisar lo que hay dentro del propio corazón. No olvidemos que el Adviento son días que nos invitan a reconocer al Señor. Son días para estar atentos y dispuestos ante Cristo que viene a nuestro encuentro.

En Nosotros se Realiza la Redención

Faltando tan pocos días para la Navidad, tenemos que revisar con qué actitud nos estamos acercamos al momento del encuentro con Jesús recién nacido, quien a su vez viene a nuestro encuentro. Podríamos tener varias actitudes ante este Cristo que se acerca a nuestras vidas. Podríamos ser un poco incrédulos y decir que para qué ponerle ganas a la vivencia de la memoria del Nacimiento de Jesús, que qué sentido puede tener para mí algo que pasó hace 2000 años.

El Reino de los Cielos exige esfuerzo

El Reino de los Cielos Exige Esfuerzo

Cuando uno ve que la vida de una persona, de un amigo o de alguien muy querido está siendo un desierto, está siendo estéril, podría pensar que de alguna forma Dios lo ha abandonado. Sin embargo, cuando se presentan esta clase de situaciones, uno tendría que pensar en las palabras del Profeta Isaías: "Yo, el Señor, les daré una respuesta".

El amor se hace compromiso

Todos hemos oído alguna vez estos versos del poeta español del Siglo de Oro:

“Qué tengo yo que mi amistad procuras.
Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de nieve
pasas las noches del invierno obscuras.
¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!”.