¡Auxilio...! Hay un adolescente en mi casa
La cara deformada por granos y espinillas. Una nariz que no acaba de acomodarse al contorno de la cara. Una pelusilla, esbozo de bigote y barba. La habitación tapizada por rostros de hombres. Largas conversaciones en el teléfono con las amigas. Interminables días grises que terminan en llantos. Dietas y más dietas... ¡Auxilio...! Hay un adolescente en mi casa.