Hoy, Señor, me llamas Tú,
con mis manos y mi voz,
a ser luz entre los hombres,
ser un canto de esperanza.
Tantos hombres hay que sufren sin
consuelo,
tantos hombres hay que viven sin sentido,
tanta gente que hay botada en el camino
y que busca la mirada de un amigo.
Tanto tiempo tu palabra fue olvidada
y tu voz entre rincones fue dejada,
por los hombres que hoy no esperan tu venida.
Hazme un signo de tu amor y de tu vida.
Tú me sabes tan pequeño entre tus manos
y tan débil para levantar el mundo.
Necesito de tu fuerza y de tu guía
de tu voz que me ilumine cada día.