Hermano, Hermana
Hermano, hermana, ven conmigo,
recibe la paz de Jesús.
Yo golpeé tu rostro,
tú golpeaste el mío,
ven construyamos la paz.
Yo te invito a venir
con sincero corazón, delante de Jesús,
que cuelga injustamente
del madero de la cruz.
No se trata de decir:
que Dios puede perdonar,
se trata de comprender
que con Jesús comenzó el perdón.