Cuando la crisis se pone dura, hay quienes aprovechan para ofrecer todo tipo de remedios, pues se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores.
Vivimos en tiempos críticos y eso no hay necesidad de probarlo,
pero, a pesar de ello, tal vez todavía haya quienes sigan
preguntándose: ¿Cuál crisis?
Lo más triste del caso es que la difícil realidad que vive la
sociedad actual, se pretende reducir a un problema económico,
principalmente, y político, en segundo término. Así de sencillo.
Sin embargo, las raíces llegan mucho más lejos que los simples
fenómenos económicos y políticos que se observa y que, ciertamente,
afectan a gran parte de la sociedad.
El desempleo, la quiebra de negocios, el cierre de empresas y las
deudas, son algunas manifestaciones, y no precisamente las más graves,
de una crisis que involucra a toda la sociedad.
Así, se observa que algunas personas y organizaciones están
aprovechándose de esta circunstancia para sacar ganancias fáciles,
manipulando a los desprevenidos y necesitados.
Es el caso de una compañía norteamericana que, con gran despliegue
de recursos económicos y con una sofisticada estrategia de manipulación
masiva, está literalmente modificando la conducta de cientos de
mexicanos, quienes persiguen la ilusión de un nuevo paraíso para sí
mismos.
Dos son los recursos usados para este fin: el éxito económico con
la venta de productos -cuya calidad y utilidad no se pone en tela de
juicio- y el éxito como personas con una estrategia de sugestión masiva
en la cual se pretende convencer a cada agremiado de su ilimitada
capacidad.
Esa ilimitada capacidad es la táctica del descubrimiento del Super
Hombre, hasta el punto de casi cerrarse al diálogo con los demás y de
entregarse a este negocio como si fuera una causa divina.
La trampa del siglo XX
Con esto se pretende satisfacer algo a lo que todos aspiramos: tener más y ser mejores que otros.
Lo malo de todo esto es dedicarse exclusivamente a buscar los bienes económicos y a preocuparse por uno mismo: yo y el dinero, yo y el placer, yo y el poder.
Así se cree haber encontrado la felicidad. Las demás personas que
me rodean me sirven para alcanzar estas metas, aunque tengan que
fastidiarse.
En el fondo, la corrupción (en todos los niveles sociales) no es
más que eso: una manera de utilizar a los demás, aunque ellos lo
pierdan todo, hasta su misma vida.
¿Y cuál es la primera víctima de esta mentalidad y manera de vivir
en los tiempos que corren? Seguramente la familia, sobre todo la
familia de las próximas generaciones, aunque la actual no es que goce
precisamente de buena salud.
El esposo y padre de familia, por ejemplo, que trabaja 14 o más
horas diarias para juntar un patrimonio mientras descuida la atención a
la esposa y a los hijos, ha caído en esta trampa.
Se impone el regreso a la sobriedad
Así como están las cosas, es necesario descubrir un remedio a la
crisis. No sólo para la crisis económica, sino principalmente para la
que afecta a la sociedad desde sus mismos fundamentos que son el
matrimonio y la familia.
Considerando que es preciso atacar la raíz - la obsesión por tener
más y más, y sentirse (o creerse) el mejor -, quizá sea oportuno
redescubrir y revalorar un medio tradicional que parece no tener cabida
en la mentalidad actual: la sobriedad.
Sobriedad significa vivir con moderación. Entonces, hoy más que
nunca parece necesario ser sobrios, porque el culto al dinero y al
propio yo no conoce medida alguna, es una fuerza desmedida que impulsa
al hombre a conseguir lo que quiera... como pueda y a pesar de quien
sea.
Si ser más significara tener más, entonces se
justificaría el sacrificio de los valores más nobles con tal de lograr
tener lo que apantalla, lo que deslumbra, lo que proporciona fama y
poder, lo que permite comprar hasta el honor de los demás.
Desorden en la escala de valores
Hay varias razones por las que se debe considerar a la sobriedad como un elemento importante y urgente:
*Porque a los jóvenes de hoy se les hace creer -por diversos
medios- que deben hacer sólo lo que les guste, lo que les nazca, porque
según tales mensajes, eso es precisamente lo bueno para la persona
humana.
*Porque se cree que es más importante el sentir que el
querer, porque se piensa que no tiene caso fastidiarse para lograr algo
importante.
*Porque hoy se enseña que el deber tiene sentido sólo cuando va unido al placer, de otra forma, tampoco tiene caso sacrificarse.
El desorden y el caos en los valores y costumbres que se observa en
la sociedad moderna, son consecuencia de esta escuela materialista. El
que lo niega suele tener intereses creados y al parecer como que no le
importa mucho el futuro de sus hijos.
Es más, en nombre de la buena vida, hay quienes ni hijos quieren tener ya.
Entonces... ¿Por qué la sobriedad es un antídoto contra esta enfermedad actual?
Para encontrar la respuesta es necesario considerar las características de esta virtud.
¿Que significa ser sobrios?
a) Sobria es la persona que tiene control de sí misma, que no se
deja llevar por la sugestión o el embaucamiento, por ejemplo, de un
anuncio comercial.
Sobriedad significa vivir y enseñar a vivir el servicio
desinteresado a los demás, usando para este fin las capacidades
propias.
Por ninguna razón se puede justificar la manipulación del hombre,
desde su concepción hasta su muerte, y menos por intereses económicos o
de poder.
Sobriedad significa aprender que el respeto a los demás es el
fundamento de una convivencia auténticamente humana, donde el deseo de
dominio y la competitividad exagerados son enemigos a vencer.
Cuando falta este dominio de sí mismo se puede llegar, por ejemplo,
a difamar a un compañero de trabajo, con tal de llegar a ocupar un
puesto que se apetece.
b) Sobriedad es moderación en el uso de los bienes materiales,
encauzando su utilización hacia objetivos trascendentes (educación,
progreso, necesidades básicas, salud, asistencia).
Es muy cómodo educar a los hijos a tener todo lo que desean, a no
saber renunciar aún a lo que pudieran tener, pero los resultados
futuros son evidentes ya desde las generaciones presentes:
personalidades débiles, incapaces de luchar y de sufrir cuando sea
necesario, alérgicas a la entrega desinteresada, manipulables,
inseguras de sí mismas, sin convicciones ni principios sólidos.
La sobriedad está casada con la honestidad. Cuando aquella falta,
se es capaz de cualquier delito con tal de lograr dinero y poder.
La persona sobria evita el despilfarro hedonista e irracional.
Si es verdad que existe una crisis económica, no cabe duda que ésta
tiene su causa también en el uso inadecuado de los recursos
disponibles.
Los hijos necesitan pautas para saber medir el uso de los bienes
económicos, de otra manera, llegarán a sacrificar una colegiatura por
una fiesta o un carro.
c) Sobriedad es equilibrio en el uso del propio tiempo, el verdadero y gran tesoro que ha recibido el hombre.
Cuando el tiempo se usa principalmente para tener, se descuida la
relación conyugal y familiar, se desprecia las exigencias afectivas del
propio cónyuge y de los hijos.
Sobriedad es valorar el alcance y trascendencia del tiempo,
usándolo según un programa de prioridades, evitando la superficialidad,
la comodidad, la pereza. A fin de cuentas, la realización de uno mismo
dependerá del uso que se haya dado al tiempo disponible.
d) Sobriedad es también moderación en el uso de la palabra,
evitando el instintivismo, el hablar por hablar, acaparar la atención
de los demás, criticando, murmurando.
El hombre y la mujer moderados saben medir sus palabras para que éstas sean de provecho y no lleguen a destruir a los demás.
Sobrio es aquel que no presume de tener cien mil o un millón de
pesos para ser reconocido como un gran hombre o para ser temido como
cacique.
La familia en estos días tiene aún muchos aliados, pero quizá haya
más enemigos que obstaculizan su camino hacia la realización de una
sociedad mejor.
Quizá la decisión de tumbar altares y derrumbar ídolos evite que
nuestros hijos rindan culto a un jabón biodegradable y evite también
que esperen encontrar el paraíso y la felicidad en la propuesta de una
compañía multinacional.