Las conclusiones preliminares a las que arriba un destacado investigador biomédico que examina el pronunciado descenso en el número de muertes maternas a lo largo de los últimos cincuenta años en la nación latinoamericana de Chile, al parecer debilitan los argumentos del lobby abortista, según los cuales se necesitan leyes de aborto permisivas para reducir los índices de mortalidad materna.
Según el Dr. Elard Koch, epidemiólogo de la facultad de medicina de la Universidad de Chile, la promoción de medidas de «embarazo seguro» como la «detección y control antenatal precoz» con profesional capacitado en clínicas u hospitales es el principal factor responsable de la reducción de la mortalidad materna. «La razón de mortalidad materna se redujo de 275 por 100.000 nacidos vivos en 1960 a 18,7 por 100.000 nacidos vivos en el año 2000, la mayor reducción observada en países de Latinoamérica».
Dado que Chile es una nación cuya Constitución y Código Penal protegen la vida del que está por nacer, esta disminución no puede ser atribuida al acceso al aborto legal. De hecho, como lo demuestra este informe preliminar, la mortalidad materna en el país descendió durante la última década, al margen de que el aborto estuviera o no despenalizado. Chile reforzó sus restricciones contra el aborto a fines de los ochenta.
Según el Dr. Koch, «Desde 1960 al presente, ha habido un gran avance en el sistema de salud pública y de atención primaria» en Chile, con recursos destinados al desarrollo de «personal de salud altamente capacitado, la construcción de numerosos centros de salud primaria y el incremento en la escolaridad de la población». Al parecer, la educación fue un factor primordial en el mejoramiento de la salud materna del país. Actualmente, Chile presenta un registro de salud materna comparable con el de las naciones desarrolladas.
Las estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ratifican estas conclusiones. Según la OMS, Chile presenta el índice más bajo de mortalidad materna de Sudamérica, mientras que Guyana, que liberalizó significativamente sus leyes a mediados de los noventa argumentando preocupación por el número de muertes maternas, cuenta con los registros más altos.
De hecho, un artículo de Irvine Loudon sujeto a arbitraje que fue publicado en el American Journal of Clinical Nutrition en el año 2000, que, quizás, constituye el análisis más exhaustivo sobre el descenso de los índices de mortalidad materna en el mundo desarrollado, confirma que la «repentina y marcada disminución en los índices de mortalidad materna, ocurrida después de 1937, tuvo lugar en todos los países desarrollados y erradicó las amplias diferencias existentes anteriormente en lo que respecta a los índices nacionales de mortalidad. Los principales factores que condujeron a este descenso parecen haber sido las sucesivas mejoras en los cuidados maternos».
Como actualmente sucede en Chile, estos grandes avances en el mundo desarrollado ocurrieron antes de que se liberalizara el aborto. Es por ello que, aparentemente, lo que genera la reducción del número de muertes maternas durante el embarazo y el parto es el mejoramiento del acceso a la asistencia médica de calidad en salud materna.
Los especialistas en salud materna como la Dra. Donna Harrison, destacada obstetra, indican que si se introduce el aborto en el contexto de los países del mundo en desarrollo sin antes mejorar la atención básica de la salud materna, aumenta el riesgo de mortalidad, ya que los sistemas de salud no pueden brindar una respuesta adecuada a las complicaciones derivadas de técnicas de cirugía invasiva como el aborto. De hecho, naciones como Sudáfrica, que cuenta con uno de los regímenes más liberales en materia de aborto, han experimentado un incremento en el número de muertes maternas que se atribuye, en parte, a las complicaciones desencadenadas a causa del aborto legal.
El Dr. Koch presentó su propuesta preliminar en la reunión inaugural del International Working Group for Global Women's Health Research el pasado mes, en Washington D.C.
Traducido por Luciana María Palazzo de Castellano