¿Te gustan las aventuras?
¿Descubrir cosas nuevas? ¿Abandonarte a lo imposible? ¿Iniciar proyectos que hasta ahora podrían parecer imposibles o difíciles de llevar a cabo? ¿No te conformas con lo ya alcanzado?
Quizás tengas el alma de aventurera, de una buena aventurera. Las aventuras las puedes encontrar en el campo, en la ciudad, en los deportes, pero... ¿has pensado encontarla alguna vez en la Iglesia? Nuestra Iglesia católica, la de hoy, la de ayer y la de siempre, te ofrece la posibilidad de vivir increíbles aventuras por toda la vida en las Congregaciones de reciente fundación. Nacidas en un mundo donde el materialismo, el consumismo y la cultura del bienestar quieren ahogar al espíritu, estas “nuevas familias religiosas” nacen del impulso del Espíritu Santo para traer al mundo con vigor inusitado una luz nueva sobre las realidades terrenas.
Es así como el 11 de febrero de 2001, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes nace en Roma las Misioneras de la Divina Revelación, congregación formada actualmente por 16 religiosas que viven en Roma y cuya aventura de vida es la de dar a conocer el Catecismo oficial de la Iglesia Católica, con el fin de que Dios sea conocido, amado y servido en esta vida y las almas puedan así gozar de Él en la vida eterna. Una aventura que implica la donación de toda una vida, sin posibilidad de regreso.
Las Misioneras de la Divina Revelación nacen espiritualmente cerca de la Gruta de las Tres Fuentes (Grotta delle Tre Fontane) en donde el 12 de abril de 1947 la Virgen María se aparece a un obrero romano, Bruno Cornachiola, empedernido comunista y protestante, que buscaba combatir el dogma de la Inmaculada Concepción y de pasos, matar al Santo Padre, el Papa. La Virgen se le aparece vestida de verde, símbolo de la esperanza, con un libro entre sus dos manos, la Biblia, y le pide que regrese a la Iglesia Católica. Bruno obedece y a partir de ahí da inicio un movimiento religioso del cual saldrán varias mujeres que han deseado consagrar su vida en esta nueva Congregación.
Su espiritualidad la podemos resumir en tres grandes rasgos que vienen definidas en sus Constituciones como los “Tres blancos amores”: amor a la Eucaristía, amor a la Inmaculada Virgen María y amor al Papa, el dulce Cristo en la tierra.
Actualmente desarrollan su apostolado en la Gruta de las Tres Fuentes, que la tradición católica venera como el lugar del martirio de San Pablo. Ahí se afanan en dar a conocer el mensaje de la Virgen de la Divina Revelación que es la conversión de los más obstinados pecadores.
Si te interesa formar parte de esta aventura por la “conversión de los pecadores más obstinados” y no te da miedo abrir brecha trazando un nuevo camino en la Iglesia, comunícate con ellas. Puede ser la aventura de toda una vida, de tu vida.