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Ser padre: acto trascendental o prueba de supervivencia

La
trascendencia de la especie humana sobre la faz de la tierra atraviesa
la capacidad del ser humano de mantener un crecimiento sostenido de su
población. Este hecho, analizado desde una realidad meramente
biológica, convierte a la especie humana en el animal más exitoso en el
planeta. El animal humano ha conquistado todos los ecosistemas y sus
destrezas lo hacen la especie dominante del orbe.

Capacidad reproductiva, longevidad, cuidado de los padres y la
continua adaptación al entorno son, entre muchos otros factores, los
que determinan la supervivencia de las especies. El éxito del hombre
como especie sobrepasa todas estas pruebas y sus poblaciones crecen y
desplazan a otros seres vivos de una forma sutilmente implacable. Pero
debemos hacernos un par de preguntas muy importantes:

- ¿Qué es ser padre?

- ¿Qué tan conscientes estamos ante el hecho de ser padres?

Bill Cosby, famoso comediante norteamericano lo refiere al susto
más grande y largo de nuestras vidas y nos recuerda que, al decidir ser
padres verdaderamente entenderemos lo que significa tres son multitud.

Otros hablan sobre la inmortalidad de nuestro linaje. Sin embargo
mi esposa y yo no decidimos tener un hijo por ninguna de estas razones.
Por eso, antes de adentrarnos ante tan misterioso tema, le preguntamos
a nuestro querido lector si desearía tener el siguiente trabajo.

Descripción de cargo

Gestión ad honorem. Trabajo por los clientes las 24 horas
del día, los 365 días del año, por los próximos 25 años (con
posibilidades de terminar antes en caso de muerte). El cargo requiere
pasar noches en vela sin posibilidad de días libres ni bonificación por
horas extra.

Perder su individualidad es casi obligatorio para el cargo. Debe
entrenar y adiestrar a sus clientes contínuamente por el tiempo del
contrato y éstos quedan totalmente bajo su responsabilidad, aún cuando
éstos se muestren indiferentes, desagradecidos o renuentes a la
estimulación intelectual.

Debe ser capaz de cambiar su vocabulario según lo requiera la
situación y edad de sus clientes. El cargo requiere olvidarse de su
privacidad y la de su pareja continuamente. También debe compartir sus
ingresos y casa con los clientes por tiempo indefinido, aún cuando
éstos hubiesen logrado su independencia económica.

Debe aceptarle a sus clientes las exigencias de espacio que estos
indiquen. Deberá soportar los cambios de estado anímico de cada uno,
balanceando su atención ante todos los que incluyan el contratante.
Debe velar por su alimentación y salud hasta que puedan hacerlo por
ellos mismos. Finalmente, debe cubrir todos los imprevistos que no
hayan sido antes mencionados dentro de la descripción de cargo, sin
derecho a pataleo. Cláusula Unica: una vez firmado el contrato, este es
irrevocable por el resto de sus días.

Es muy probable que al leer la descripción de cargo antes
mencionada no habría personal dispuesto a tomar dicho empleo y todos
los solicitantes romperían récords mundiales de velocidad al salir
corriendo despavoridos de las oficinas de personal de la empresa
solicitante.

La verdad es que aquellos que se autoengañaron y aceptaron el
cargo, no disponían de la sabiduría adecuada para negarse rotundamente
a someterse a tal tarea. Nos dejamos seducir con sólo pensar en una
carita redonda, unos ojitos muy atentos y grandes. Ah, no se nos
olvide, las manitas gorditas y esos piecitos bellos, que acompañados de
una sonrisita dulce, derriten a cuanto ignorante pase por su entorno.

Sin embargo, todos tenemos nuestra justificación seductiva. Así
pues, otros se dejan seducir por la importancia de la trascendencia o
el machismo que exige mantener y perpetuar mi estirpe.

También hay una gran cantidad de ignorantes (la mayoría de los Homo sapiens)
que no entienden que los encantos de la sexualidad, no son más que una
trampa de la naturaleza para el reclutamiento de incautos. Hay que ver
que la naturaleza sí es sabia, pero como que el Homo sapiens no sapiens
mucho, ya que fatalísticamente, siempre cae en la trampa… y luego de un
gran gusto les viene el gran susto… se suman a una la lista de incautos
sabelotodo llamados padres.

Analizando las justificaciones bajo un punto de vista esotérico y
espiritual, para ser padres, dos almas, una ying y otra yang, se
despojan, en un acto sublime de amor, de sus individualidades y
egoísmos personales, para crear una vida nueva que dispondrá de las
cualidades, encantos y vibraciones de la iluminada pareja. Qué bello…
pero la verdad es que, al final, no nos encontramos con un gurú, ni
nadie en el planeta que disponga de un doctorado en Padrelogía,
dispuesto a meter mano con los Arruchaditos de los primeros tres años.

Tampoco nadie nos dijo que la economía casera se estropearía con la
llegada del nuevo ser, ni que una orinadita (tan bella ella) nos
costaría más de 50 pesos. Y ruéguenle a Dios, que su bebito no sea
alérgico a los pañales desechables, ya que se necesita de mucha alma
esotérica para lavarlos. Sí, el bebito tiende a dejar recuerditos de
las múltiples marcas alimenticias que los padres le dan de comer, y él,
en consecuencia, pone a prueba a los padres.

Siempre nos encontramos con un papá que se jacta de hacer pública
su modernidad y nuevo trabajo de cambiar pañales, pero por más incauto
que sea, no los lava ni por equivocación. Son las mamás, dotadas de una
experiencia y coexistencia generada tras nueve meses de estado de
gravidez, el cual las dota de un amor surreal ante todo lo que de sus
hijos venga. Esto hace que siempre estén dispuestas a todo por ellos.
Por eso, despachan los recuerdos de las marcas de cereales y compotas
que quedan en los trapos antes de colocarlos en las lavadoras.

Lo único religioso de la fase esotérica está en rogarle a Dios que
el bebé aprenda rápido a controlar sus esfínteres y usar el baño. Pues
bien, el camino es largo y si no lo creen, pregúntenle a sus padres,
que cual beatos, esperan pacientemente su canonización.

Convertirnos en padres por primera vez no significa que tuvimos un escarmiento. ¡No....!,
a partir de la primera experiencia de convertirnos en padres
desarrollamos una pasión por las emociones fuertes y nos convertimos en
seres valientes, masoquistas y adictos a la adrenalina. Repetimos las
veces que nos permita la conciencia la misma experiencia. Nunca nos
hablaron de las regresiones, la guerra de guerrilla y las batallas por
una tierra de nadie llamada atención. Por alguna razón que
desconozco, la amnesia nos afecta y olvidamos todas esas tácticas que
le aplicamos a nuestros padres para la conquista y toma de posesión de
sus vidas.

Todos aquellos que optamos por iniciar el cargo de padres por
segunda vez nos volvimos a llenar de excusas para engendrar otro
bebito. Que si un hermanito(a), que si la hembrita, que si el varoncito
para que lleve el apellido, uno solo es malo, todo niño viene con su
bollito de pan bajo el brazo, etc. Hasta el primogénito se pone feliz
por el anuncio de un hermanito(a), él no entiende ni se siente
amenazado por aquello que todavía no puede ver.

¡Zas! Ya somos una familia moderna donde dos niños suplen a dos
adultos en el pull poblacional. Pero, por no estar adiestrados en
conflictos territoriales, guerra de guerrillas, y la sutil guerra
psicológica infantil… la bomba del segundo hijo nos explota cual mina en la cara. Ahora empezó una competencia que jamás nos esperábamos.

Estábamos preparados para el lenguaje bebé; éste sabe lo que quiere
y no se detiene ante nada para lograr que le cubramos sus necesidades.
La recompensa es una tierna sonrisa, un gu-gú, y arreglada la
negociación. Lástima que esta estrategia no pueda ser adoptada en una
mesa de negociaciones o dirigida a los socios y jefes que tenemos en
nuestros respectivos trabajos. Además, el o la primogénito(a) tampoco
estaban preparados para la incorporación del nuevo bebé a sus territorios. Nadie nos explicó que podríamos enfrentar una nueva situación difícil en nuestro hogar.

Como muchos padres trabajan para cumplir con el contrato mencionado
anteriormente. Tuvimos que ingresar al niño(a) desde muy temprana edad
a una guardería o kinder, donde le depositamos a perfectos extraños,
que ni siquiera invitamos a nuestras casas ni frecuentamos a nuestros
tesoritos.

Un día poco esperado nos sobresaltamos cuando nos llaman de la
guardería pidiendo nuestra presencia de inmediato. Anticipándonos a una
emergencia llegamos a la guardería con el corazón en la boca,
comiéndonos semáforos, saliéndonos del trabajo antes de tiempo para
encontrarnos con una profesora con cara de perturbada. Ella nos dice
que nuestro bebito se comporta extrañamente. Se está haciendo encima
cuando antes usaba perfectamente el baño; se muestra agresivo con los
otros niños y por alguna razón que desconocen está muy irritable. La
situación se repite dos veces más y nos recomiendan visitar a un
especialista en modificación de conducta, ya que hoy en día, las tres
nalgadas que nos traumaron de por vida son una contraindicación.

Agarrados de mano entramos al consultorio y tras un suspiro enorme
de conformidad y resignación nos sentamos ante el especialista,
esperando lo peor. Este nos ve sobre sus lentes Armani (que indican que
una abrupta caída en los fondos familiares está por ocurrir) con una
mirada freudiana y nos insta a contarle todo lo que nos preocupa.

Luego de un largo cuento, el psicólogo se voltea hacia la mamá y,
sin razón alguna, le pregunta qué haría si encuentra a su esposo con
otra mujer en su cama… El esposo, a su vez, piensa que el psicólogo
está como para una camisa de fuerza, se pregunta qué demonios tiene que
ver que el niño se haga encima, con la infidelidad… La reacción no se
hace esperar, la esposa con el ceño fruncido y ojos cual ascuas
responde adecuadamente… ¡Lo mato...! Una sonrisita se entrevé en la cara del académico y exclama que éso es justamente lo que siente su hijo(a). El sonido del ¡Ah...!
(entendimiento) sale de la boca de ambos padres. El profesional de
conducta nos dice: así se pueden sentir los primogénitos y ustedes
acaban de empezar una nueva carrera en Relaciones Humanas y Diplomacia
sin anestesia. Sin darnos un cómo y con cara de paciencia, el psicólogo
nos despide diciéndonos: ¡Bienvenidos al club!

Con esta nueva sabiduría nos retiramos con un sobreaviso… tenemos
que aprender a ser padres y hay que hacerlo cuanto antes, ya que todos
queremos hijos estrellas que proyecten la maravilla de padres que
tienen.

Empieza la edad de los colegios y un nuevo curso en economía y
logística se nos presenta. Las parejas se convierten en magos para
manejar adecuadamente el flujo de caja familiar. Los profesores del Havard Bussiness School se quedarían atónitos de las pericias administrativas en la que los padres deben incurrir para la educación de sus hijos.

Ya leímos los Siete Hábitos de los Padres Efectivos; Cómo Enseñar a Nuestros Niños; Los Ritmos Naturales del Aprendizaje, y consultamos a cuanto gurú de la educación nos recomiendan. También asistimos a simposios y charlas.

Sabemos mucho sobre autoestima, triangulación familiar, cómo
comunicarnos eficientemente, etc. Todas nuestras enseñanzas se
desploman cuando nuestros niños se las ingenian para preguntarnos lo
impreguntable. Por afuera decimos, qué maravilla, estos niños de hoy en
día saben tanto... mas por dentro añoramos la mirada severa que
nuestros padres nos daban cuando les hacíamos preguntas impertinentes. Miradas que hacían correr al más audaz de todos los hijos, inclusive a todos sus amigos e invitados.

Sabemos que los libros sobre cómo resolver las peleas y rivalidades
entre hermanos y niños deben ocupar un escaño importante al lado del
libro de Tzun Tsu, El Arte de la Guerra, en la biblioteca de
todo general o estratega que se autodenomine bueno. Si Napoleón los
hubiera leído, seguro que no pierde su imperio en la batalla de
Waterloo.

Ya a estas alturas ambos padres reconocen las vocalizaciones y
gritos de sus crías. Estos aprendieron a diferenciar cuál vocalización
pertenece a cuál criatura, si las vocalizaciones son por rabia, dolor,
angustia, miedo o sólo por hacer quedar mal a papá y mamá con todos los
vecinos del edificio.

Nadie nos dijo que estas escaramuzas durarían el tiempo que
nuestras crías permanezcan con nosotros. Los vecinos saben bien que sus
niños hacen lo mismo, por lo tanto, no reclaman la pelea del domingo
pasado a las seis de la mañana, puesto que sus adolescentes mantuvieron
a todos los vecinos al ritmo de la música de los Back Street Boys
hasta que se fastidiaron del disco. Nos hace gracia saber que todos
pasamos por lo mismo pero que somos incapaces de cambiar notas cuando
se nos presenta la oportunidad.

Bien, mi ilustre lector, ya debe estar de acuerdo conmigo que la
carrera de papá no es fácil, por consiguiente, le agradezco que siga
leyendo para compartir una información obtenida de fuentes
profesionales.

Los psicólogos aseguran que los cuatro Pilares del Aprendizaje:
Arraigo, Identidad, Relación y Socialización, se instalan en la
personas a través de la experiencia familiar y que la familia es la
piedra angular de la sociedad.

Los padres deben enseñar a sus hijos sobre arraigo, identidad,
relación y socialización. Después de un adiestramiento aprendimos que
el Arraigo es importante para que nuestros niños conozcan a sus
abuelos, tíos, primos y otros parientes de manera que puedan
identificar sus raíces y se les genere un sentimiento adecuado de
pertenencia. Esto es fácil de resolver con visitas a los parientes, que
seguramente, interrumpirán a la prole de una sesión con Mario Bros.,
Pokemón, Barbie, un partido de fútbol o béisbol en la televisión o un
juego importante con los vecinos. Ante lo cual, los padres tendrán que
recurrir a la negociación.

Luego de una larga explicación siguiendo las sabias palabras de los psicólogos infantiles llegamos al: ¡Porque yo lo digo, y ya! Los niños entienden la complicada expresión corporal que acompaña el y ya
y acceden ante tanta psicología de papi y mami. Bañados y perfumados
salen en camino sabiendo de antemano que tendrán todas las
oportunidades de angustiar a los abuelos encaramándose en las matas del
jardín, pateando la pelota con los primos hacia las rosas de abuelita,
jugando con la comida y persiguiendo y mortificando a los perros y
gatos de los vecinos.

Los padres responsables lograron su objetivo y los niños supieron
cambiar su situación a una de ganar/ganar, ya que los abuelos los
consienten y les permiten hacer cosas que los padres no les dejan
hacer. Todos cumplen con sus roles en esta familia.

Trabajar la Identidad de nuestros hijos es acercarlos a su ser, su yo.
Esta tarea es tan ardua como la anterior. Debemos competir contra
Tarzán y James Bond, los protagonistas de Dragonball, Pokemón, los
Power Rangers, Fey y Shakira, entre otras imágenes de hoy. En fin, no
todo es tan malo y nos decimos que nuestros hijos son ejemplares, hasta
que se aparecen con un aretillo o un tatuaje y se desata una guerra
igual a la que tus padres perdieron contigo.

Toda la sabiduría del mundo es insuficiente para que aceptemos un reto como el de: yo ya soy yo.
Los hijos esperan que los regañen estoicamente, a los padres les parece
horrible lo que les pasa y a los vecinos y amigos de sus hijos les
parece fantástico el acto de rebeldía. Meditabundos, al bajar el
ascensor, van con la cabeza agachada hasta que en el próximo piso se
monta el hijo del vecino con sus aretillos, el pelo pintado de verde y
rojo y en su brazo un tatuaje que lee Bad to the Bone… Luego de
suspirar nos percatamos de la realidad y nos conformamos… mal de
muchos… consuelo de padres, sí, todavía existen esperanzas.

Al pasar por el pilar de la Relación, debemos buscar mejorar a
nuestros padres, tarea difícil de superar. Partiendo del hecho que
somos en gran parte de donde venimos, nuestra capacidad de ser padres
con buenas relaciones requiere de estar conscientes del contacto que
mantenemos entre los miembros de la familia y en especial con nuestros
hijos. El contacto crea el vínculo, la falta de contacto lo debilita.
Apartar emociones negativas o desenergizadoras es de suma importancia
para que el contacto hijos/padres sea enriquecedor. Estamos siempre a
prueba por nuestros hijos, sus retos son continuos y debemos estar
atentos a ellos. El contacto fortalece nuestras relaciones y hace de
nuestros hijos las personas que queremos que sean. El balance entre el
establecimiento de límites y el contacto es quizá la tarea más difícil
que tendremos que enfrentar.

La socialización, el último pilar básico de la enseñanza familiar.
Sus límites son de índole familiar y afuera del núcleo de la familia.
La sociedad en que vivimos cada vez se orienta más al tener y sólo eres
si tienes. Esto impone una inmensa presión sobre los niños en un mundo
donde imperan las marcas. Ningún colegio se ocupa de enseñar el respeto
hacia el otro. Tampoco entienden lo importante de la diferenciación de
las personalidades. Todos los niños deben realizar sus actividades
académicas de la misma manera: la misma caligrafía, las mismas normas
para hacer tareas, en fin, sus hijos deben ser otro más del rebaño.

Si por mala suerte sus hijos son diferentes, la sanción no se hace
esperar. Queremos crear un mundo estándar, y no hay tiempo para las
diferencias aún cuando éstas indiquen un maravilloso potencial por
desarrollarse. Los niños diferentes, buenos o malos, son un fastidio para las comunidades e interfieren con la integración social en los colegios. El yo social no viene del ser y esperamos que con nuestro tener nuestros hijos sean aceptados por sus pares. Por lo tanto, debemos enseñar a nuestros niños la importancia de su ser y su yo; indicarles que el tener
no siempre es eterno y que el hecho que otros tengan más que ellos no
les garantiza que estas personas tengan una vida plena y feliz.

Enseñarles que la felicidad está en sentirse bien con ellos mismos
no es tarea fácil, y por eso, mi querido lector, le pregunto: ¿están
preparados todos los hombres y mujeres para ser padres? Ser padre es
una tarea ardua, de mucha atención y amplios actos de hacer conciencia.
Estas acciones son, sin duda alguna, de nunca acabar. Si a su
entrenamiento le hace falta soporte, búsquelo, ya que bien vale la pena
el desarrollo pleno de sus hijos en todos sus contextos. Le recomiendo
acordarse y reflexionar… Ser padres es la máxima manifestación de la
creatividad, ya que usted jamás podrá crear algo más sublime que una
nueva vida.