Una postura prudente y sensata de un buen católico sería, sin pecar de infantil credulidad a todo lo que oiga o lea, el prestar atención al fondo de dichos mensajes que recalcan la idea básica de la conversión a Dios.
Son muchas las personas que están recibiendo, hace tiempo, comunicaciones, bien orales, bien escritas, de tipo religioso, que anuncian, como mensajes del cielo, “terribles acontecimientos para la humanidad entera”.Tales anuncios de desgracias no lejanas, son coincidentes en el fondo y contenido, a pesar de provenir de diversas partes del mundo. Estos mensajes contienen –según sus difusores- revelaciones privadas de Dios y la Virgen a muy diversas personas de toda raza, lugar y condición . Sin entrar en detalles alarmistas o catastrofistas,-(he leído la mayoría de ellas)- he comprobado que están en perfecta consonancia con los textos de la Palabra de Dios en la Biblia. Por supuesto que, según la enseñanza de la misma Iglesia católica, no hay ninguna obligación de creer tales revelaciones privadas, aún tratándose de casos de personas santas o de reconocido prestigio dentro de la misma comunidad eclesial.
Ahora bien, una postura prudente y sensata de un buen católico sería, sin pecar de infantil credulidad a todo lo que oiga o lea, el prestar atención al fondo de dichos mensajes que le lleguen y que recalcan la idea básica de la conversión a Dios. Esto es fundamental. No debe faltar, sea cual sea el grado de asentimiento que uno preste a dichos mensajes, la consigna siempre válida para todos los verdaderos cristianos, independiente de las circunstancias concretas de personas, lugar y tiempo . La resumo en dos líneas:
1-Vivir de cara a Dios, en su santa gracia, paz y amistad ,sin pecado mortal en el alma ..
2-Alentar una fe viva y un amor filial a la madre de Dios y madre nuestra, la Sma. Virgen María.