CUARTA PARTE
LA ORACIÓN CRISTIANA
SEGUNDA SECCIÓN
LA ORACIÓN DEL
SEÑOR:
"PADRE NUESTRO"
ARTÍCULO 1
"RESUMEN DE TODO EL EVANGELIO"
2761 "La oración dominical es en verdad el resumen de todo el
Evangelio" (Tertuliano, or. 1). "Cuando el Señor hubo legado esta
fórmula de oración, añadió: 'Pedid y se os dará' (Lc 11, 9). Por tanto,
cada uno puede dirigir al cielo diversas oraciones según sus necesidades, pero
comenzando siempre por la oración del Señor que sigue siendo la oración
fundamental" (Tertuliano, or. 10).
I Corazón de las Sagradas
Escrituras
2762 Después de haber expuesto cómo los salmos son el alimento principal de
la oración cristiana y confluyen en las peticiones del Padre Nuestro, San
Agustín concluye:
Recorred todas las oraciones que hay en las Escrituras, y no creo que podáis
encontrar algo que no esté incluido en la oración dominical (ep. 130, 12, 22).
2763 Toda la Escritura (la Ley, los Profetas, y los Salmos) se cumplen en
Cristo (cf Lc 24, 44). El evangelio es esta "Buena Nueva". Su primer
anuncio está resumido por San Mateo en el Sermón de la Montaña (cf. Mt 5-7).
Pues bien, la oración del Padre Nuestro está en el centro de este anuncio. En
este contexto se aclara cada una de las peticiones de la oración que nos dio el
Señor:
La oración dominical es la más perfecta de las oraciones... En ella, no
sólo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el
orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a
pedir, sino que también forma toda nuestra afectividad. (Santo Tomás de A., s.
th. 2-2. 83, 9).
2764 El Sermón de la Montaña es doctrina de vida, la oración dominical es
plegaria, pero en uno y otra el Espíritu del Señor da forma nueva a nuestros
deseos, esos movimientos interiores que animan nuestra vida. Jesús nos enseña
esta vida nueva por medio de sus palabras y nos enseña a pedirla por medio de
la oración. De la rectitud de nuestra oración dependerá la de nuestra vida en
El.
II "La oración del
Señor"
2765 La expresión tradicional "Oración dominical" [es decir,
"oración del Señor"] significa que la oración al Padre nos la
enseñó y nos la dio el Señor Jesús. Esta oración que nos viene de Jesús es
verdaderamente única: ella es "del Señor". Por una parte, en efecto,
por las palabras de esta oración el Hijo único nos da las palabras que el
Padre le ha dado (cf Jn 17, 7): él es el Maestro de nuestra oración. Por otra
parte, como Verbo encarnado, conoce en su corazón de hombre las necesidades de
sus hermanos y hermanas los hombres, y nos las revela: es el Modelo de nuestra
oración.
2766 Pero Jesús no nos deja una fórmula para repetirla de modo mecánico
(cf Mt 6, 7; 1 R 18, 26-29). Como en toda oración vocal, el Espíritu Santo, a
través de la Palabra de Dios, enseña a los hijos de Dios a hablar con su
Padre. Jesús no sólo nos enseña las palabras de la oración filial, sino que
nos da también el Espíritu por el que éstas se hacen en nosotros
"espíritu y vida" (Jn 6, 63). Más todavía: la prueba y la
posibilidad de nuestra oración filial es que el Padre "ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: '¡Abbá, Padre!'"
(Ga 4, 6). Ya que nuestra oración interpreta nuestros deseos ante Dios, es
también "el que escruta los corazones", el Padre, quien "conoce
cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión en favor de los
santos es según Dios" (Rm 8, 27). La oración al Padre se inserta en la
misión misteriosa del Hijo y del Espíritu.
III Oración de la Iglesia
2767 Este don indisociable de las palabras del Señor y del Espíritu Santo
que les da vida en el corazón de los creyentes ha sido recibido y vivido por la
Iglesia desde los comienzos. Las primeras comunidades recitan la Oración del
Señor "tres veces al día" (Didaché 8, 3), en lugar de las
"Dieciocho bendiciones" de la piedad judía.
2768 Según la Tradición apostólica, la Oración del Señor está arraigada
esencialmente en la oración litúrgica.
El Señor nos enseña a orar en común por todos nuestros hermanos. Porque
él no dice "Padre mío" que estás en el cielo, sino "Padre
nuestro", a fin de que nuestra oración sea de una sola alma para todo el
Cuerpo de la Iglesia (San Juan Crisóstomo, hom. in Mt. 19, 4).
En todas las tradiciones litúrgicas, la Oración del Señor es parte
integrante de las principales Horas del Oficio divino. Este carácter eclesial
aparece con evidencia sobre todo en los tres sacramentos de la iniciación
cristiana:
2769 En el Bautismo y la Confirmación, la entrega ["traditio"] de
la Oración del Señor significa el nuevo nacimiento a la vida divina. Como la
oración cristiana es hablar con Dios con la misma Palabra de Dios, "los
que son engendrados de nuevo por la Palabra del Dios vivo" (1 P 1, 23)
aprenden a invocar a su Padre con la única Palabra que él escucha siempre. Y
pueden hacerlo de ahora en adelante porque el Sello de la Unción del Espíritu
Santo ha sido grabado indeleble en sus corazones, sus oídos, sus labios, en
todo su ser filial. Por eso, la mayor parte de los comentarios patrísticos del
Padre Nuestro están dirigidos a los catecúmenos y a los neófitos. Cuando la
Iglesia reza la Oración del Señor, es siempre el Pueblo de los
"neófitos" el que ora y obtiene misericordia (cf 1 P 2, 1-10).
2770 En la Liturgia eucarística, la Oración del Señor aparece como la
oración de toda la Iglesia. Allí se revela su sentido pleno y su eficacia.
Situada entre la Anáfora (Oración eucarística) y la liturgia de la Comunión,
recapitula por una parte todas las peticiones e intercesiones expresadas en el
movimiento de la epíclesis, y, por otra parte, llama a la puerta del Festín
del Reino que la comunión sacramental va a anticipar.
2771 En la Eucaristía, la Oración del Señor manifiesta también el
carácter escatológico de sus peticiones. Es la oración propia de los
"últimos tiempos", tiempos de salvaci ón que han comenzado con la
efusión del Espíritu Santo y que terminarán con la Vuelta del Señor. Las
peticiones al Padre, a diferencia de las oraciones de la Antigua Alianza, se
apoyan en el misterio de salvación ya realizado, de una vez por todas, en
Cristo crucificado y resucitado.
2772 De esta fe inquebrantable brota la esperanza que suscita cada una de las
siete peticiones. Estas expresan los gemidos del tiempo presente, este tiempo de
paciencia y de espera durante el cual "aún no se ha manifestado lo que
seremos" (1 Jn 3, 2; cf Col. 3, 4). La Eucaristía y el Padrenuestro están
orientados hacia la venida del Señor, "¡hasta que venga!" (1 Co. 11,
26).
Resumen
2773 En respuesta a la petición de sus discípulos ("Señor,
enséñanos a orar": Lc 11, 1), Jesús les entrega la oración cristiana
fundamental, el "Padre Nuestro".
2774 "La oración dominical es, en verdad, el resumen de todo el
Evangelio" (Tertuliano, or. 1), "la más perfecta de las
oraciones" (Santo Tomás de A. s. th. 2-2, 83, 9). Es el corazón de las
Sagradas Escrituras.
2775 Se llama "Oración dominical" porque nos viene del Señor
Jesús, Maestro y modelo de nuestra oración.
2776 La Oración dominical es la oración por excelencia de la Iglesia. Forma
parte integrante de las principales Horas del Oficio divino y de los sacramentos
de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Inserta en
la Eucaristía, manifiesta el carácter "escatológico" de sus
peticiones, en la esperanza del Señor, "hasta que venga" (1 Co 11,
26).
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