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Regañar al adolescente, ¿buena técnica?


La
mejor forma de bloquear la comunicación con un hijo adolescente es
darle un buen sermón. Seguramente durante éste su hijo pensará en todo,
menos en lo que usted pretende hacerle ver.

Con miras a dar énfasis a ese sermón y lograr un efecto todavía más
devastador en el terreno de la comunicación, inícielo con frases como: Cuando yo tenía tu edad..., Antes el respeto era... o En mis tiempos...

Si lo que quiere es no sólo un bloqueo, sino un rompimiento en el
proceso de comunicación, entonces regáñelo y fuerte, de preferencia
delante de sus amigos. Esa es una de las mejores estrategias para hacer
trizas el proceso de comunicación entre los padres y su hijo
adolescente.

A nadie le gusta que lo regañen, que lo critiquen o que lo hagan
sentirse inadecuado. Si eso nos sucede a los adultos, a los
adolescentes con mayor razón, ya que debido al proceso de
transformación que viven, experimentan una sensibilidad a flor de piel.

Eso no quiere decir que los hijos adolescentes son intocables. Los
padres tenemos la obligación de orientar y corregir a nuestros hijos.
Pero si no lo hacemos de la forma adecuada, nos desgastaremos
inútilmente, haremos sufrir a nuestros hijos, afectaremos negativamente
la comunicación y la convivencia familiar, y a fin de cuentas, no
lograremos lo que buscamos: ayudarlos a ser mejores.

Cuando vea que determinada conducta, actitud o proceder de su hijo
adolescente lo perjudica o puede llegar a dañarlo, ciertamente usted
como padre o madre de familia tiene que hacer algo al respecto. Antes
de actuar, tenga bien presente lo siguiente:

1. ¿Qué es lo que realmente busco?

Muchas veces los padres consideramos una conducta como inadecuada,
no tanto porque realmente lo sea, sino porque nos molesta en lo
personal (la música ruidosa o cierto tipo de vestimenta), y al
llamarles la atención sobre eso, buscamos más nuestra comodidad que el
bien del hijo.

Vale la pena preguntarse con toda honestidad: ¿Busco realmente su bien, o mi propia comodidad o beneficio?

2. Asegúrese de que el móvil es el amor

Una verdadera corrección tiene que estar fundamentada en el amor.
Si usted quiere llamar la atención de su hijo porque lo ama y quiere su
bien, entonces vale la pena actuar y buscar la mejor estrategia para
lograr su cometido.

3. Identifique con precisión la conducta inadecuada

Con frecuencia tendemos a ver las cosas en forma genérica o global. Por ejemplo, catalogamos a nuestro hijo como desordenado, inmaduro o irresponsable. Si queremos corregirlo pidiéndole que sea más responsable, no nos entenderá y no lograremos nuestro propósito.

Tenemos que ser más específicos hablando de cosas como: termina tu tarea antes de salir, evita dejar tu ropa tirada en el piso, esa manera de hablar es inaceptable aquí en la casa...

4. Cuente hasta diez

Asegúrese de que no está actuando por impulso. Si usted se siente
molesto o irritado, si se siente alterado, lo más probable es que al
llamar la atención a su hijo proyectará esos sentimientos negativos y
hará que el regaño sea contraproducente. Usted perderá autoridad moral
ante su hijo porque se sentirá agredido y no le pondrá atención.

Si los puntos mencionados se deben tomar en consideración antes de
reprender a un hijo, especialmente si se trata de un adolescente,
también es importante poner especial atención a lo que se debe cuidar
en el momento mismo en el que se realiza la llamada de atención.

Veamos a continuación algunos de esos aspectos:

1. De persona a persona

Es importante que una corrección, consejo o llamada de atención se
realicen en privado, en lo individual, nunca delante de otros y mucho
menos frente a sus amigos.

2. Es importante escuchar

Toda moneda tiene dos caras. Es importante escuchar a los hijos,
pedirles su versión de los hechos. Puede que no estemos de acuerdo con
sus puntos de vista o apreciaciones, pero hay que dejarlos hablar y
sobre todo, hay que escucharlos con atención y sin interrumpirlos.

3. Empatía

Cuando nos dirijamos a nuestros hijos para corregirlos o
aconsejarlos, es importante hacerles saber que los comprendemos y que
los amamos.

La simpatía quiere decir que sentimos lo mismo que la otra persona.
En cambio la empatía implica que comprendemos los sentimientos del
otro, pero no sentimos lo mismo. Debido a eso, podemos ver las cosas
con mayor objetividad y ofrecer mejores soluciones.

4. Ante todo, respeto

Considere siempre a su hijo como una persona que merece respeto. Es
un error insultar o denigrar, porque eso crea resentimientos y bloquea
la comunicación.

No se imponga, convenza, razone con su hijo, hágale ver el porqué
de las cosas. Hágale sentir que lo considera una persona inteligente, y
no un tonto incapaz de razonar.

5. Razone

Una llamada de atención, un regaño o un consejo, deben tener un
solo propósito: ayudarle a ser mejor, a desarrollar todo su potencial,
a forjarse un futuro.

Hágale ver que no será eternamente adolescente, que tiene que ver
hacia adelante, que tiene que visualizar a dónde quiere llegar y
comenzar a actuar en esa dirección... desde hoy.

6. Llegue a un acuerdo

No es suficiente regañar y ya. La llamada de atención o el diálogo,
tiene que llegar a algo concreto: qué es lo que se va a hacer o qué es
lo que se va a evitar, ésto tiene que establecerse de común acuerdo, si
no, todo quedará en palabras.

7. Dé seguimiento

Una vez que se estableció un compromiso o se llegó a un acuerdo, no
hay que dejarlo en el olvido. Es importante darle seguimiento, es
decir, verificar que se cumple lo pactado, reuniéndose regularmente con
él para ver cómo van las cosas.