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Quisiera ser ¡libre como el viento!


Muy seguido oímos a los jóvenes hablar de libertad: ¡es mi vida!, ¡quiero tener el derecho de escoger!, ¡quiero ser libre!

El término libertad se escucha lo mismo en hogares que en escuelas,
y definitivamente es una cuestión muy importante para el hombre, tan
importante como la vida misma. Pero habría que preguntarnos si estará
claro el significado que se le da en la actualidad, ¿no será más bien
un argumento para lograr nuestros propósitos?

¿Verdaderamente sabemos a qué se refiere este término? Si
consideramos los próximos puntos podremos estar seguros de si en
realidad se está buscando la libertad y no un bien personal y egoísta.

Para que se dé verdaderamente la libertad hay que considerar lo siguiente:

Libertad es escoger lo que me conviene, no lo que me gusta.

A diferencia de lo que creemos, la libertad no es escoger lo que más me gusta, lo que tengo ganas o lo que deseo. La libertad es algo que se ha confundido con libertinaje, que es precisamente escoger egoístamente lo que a mí me interesa.

Libertad es escoger aquello que me hará mejor, que me hará más
feliz, más pleno. Así veremos que si nos encontramos en una situación
de escoger entre una película apta para toda la familia y una
pornográfica, y elegimos la última, no podemos hablar de que escogimos
libremente, pues no hemos optado por el bien, sino por el placer, y el
placer no siempre lleva al bien. La libertad es siempre la búsqueda del
bien y la verdad.

No siempre habrá que escoger entre un bien y un mal; muchas veces
la elección se da entre dos bienes, pero la libertad nos lleva siempre
a la búsqueda del bien mayor. Por ejemplo: si tenemos la opción de
escoger entre ir a la disco entre semana (lo cual es algo bueno para mí
pues me divierto, veo a mis amigos, bailo, etc.), pero sin embargo al
día siguiente voy a estar desvelado y no voy a rendir en mis estudios,
y dentro de mis metas está salir con buenas calificaciones al final del
año escolar para conseguir una beca, opto libremente por el bien mayor,
que sería sacrificar el gusto momentáneo por algo mucho más profundo y
valioso, y tal vez cambiar esa desvelada para el fin de semana.

¿Pero por qué no es libertad el hacer lo que yo quiero?. Pues no es libertad, porque el elegir lo que se quiere en vez de lo que conviene revela que estoy atado a mis quereres, y estar atado es no ser libre. Yo elijo el placer si soy esclavo de él, elijo lo que se me antoja porque soy incapaz de renunciar a ello. La capacidad de decir no
a algo que no hace bien y que me va enviciando (haciendo exclavo, lo
contrario que libre), revela un gran dominio sobre los instintos,
gustos, preferencias. Este dominio trae una completa libertad de todo,
un no estar atado a nada.

Libertad de acuerdo a lo aprendido.

Si a un chico le ofrecen droga, podría pensar de primer momento: la droga es un bien para mí, pues me hace sentir relajado, alegre, me olvido de mis problemas.
Sin embargo, pensando un poco más puede recordar lo que ha estudiado
acerca de la droga, sabe que destruye la vida y que aunque en un
principio pareciera un bien, en realidad es un mal: se niega a
recibirla pues ha optado por el bien de la salud y del orden en su
vida.

¿Qué le ha hecho pensar de esta manera? El conocimiento. Gracias a
que tiene el conocimiento de lo que es la droga, gracias a que sabe que
la vida tiene un valor incalculable, ha podido rechazar algo que
aparentemente se le presentaba como un bien.

De la mano con la responsabilidad.

¿Qué sería de la noche sin estrellas o de un baile sin música?
Bueno, ¿y qué sería de la libertad sin la responsabilidad? Para que
exista una tiene que estar la otra presente; para que funcione la
libertad, necesita a la responsabilidad para sostenerla. Son
interdependientes.

La palabra responsabilidad viene de responder. Si me creo capaz de
escoger algo libremente es porque también voy a ser capaz de responder
por ello. Por ejemplo: si yo escojo libremente comprar un perrito como
mascota, también libremente debo responsabilizarme de darle de comer y
cuidarlo. Para que la verdadera libertad se dé debe ir acompañada de la
responsabilidad.

De la mano con la madurez.

El ejercicio de la libertad va gradualmente lográndose. Así como un
estudiante de Piloto Aviador requiere de mucho tiempo de aprendizaje y
no se le permite volar solo hasta que sepa a la perfección toda la
teoría y tenga muchas horas de práctica, así la libertad se va
consiguiendo gradualmente. Conforme mayor madurez se tenga, más libre
se es.

Pero, ¿qué es la madurez? Es detenerte con regularidad para mirar
lentamente tu vida, juzgarla con los ojos de tu espíritu y decidirte
responsablemente a vivirla.

La madurez no se mide tanto por la edad, sino por la capacidad de
reflexión y elección por el bien. Así los jóvenes, mientras más busquen
tener mayores conocimientos de la verdad a través de los valores y
mayor capacidad tengan de reflexionar sobre sus vidas, más pronto
lograrán el ejercer su libertad plenamente.