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Papa liberal

Ha dicho un experto que el próximo Papa tiene que ser liberal, o la viabilidad de la Iglesia está comprometida.
Otro brillante ejemplo de la especulación intelectualoide acerca de la sucesión papal es el que ha dicho que “si la Iglesia no elige un papa liberal, la viabilidad de la Iglesia está comprometida”. Para que usted me entienda, dice que si la Iglesia no elige un Papa que acepte la ordenación de mujeres, el casamiento de los sacerdotes, las relaciones fuera del matrimonio, las relaciones homosexuales, los anticonceptivos, el aborto, la manipulación (es decir, asesinato) de embriones humanos y la eutanasia, la Iglesia va a desaparecer. Dicen que la gente pide una Iglesia más abierta. Y hasta se meten a pronosticar cuál candidato sería el más conveniente según su grado de popularidad y de desacuerdo con la ortodoxia. Si se hace llamar Juan —dice el experto—, entonces podemos esperar un Papa reformador y abierto al cambio. Si se hace llamar Pablo o Juan Pablo, entonces podemos esperar un papa retrógrado y autoritario, en continuidad con la trayectoria de Juan Pablo II.
Cuentan también que a fines del siglo XVIII, cuando murió Pío VI siendo prisionero de Napoleón, éste, junto con todos sus ideólogos modernistas, festejaron que había muerto el último Papa y que pronto morirían la Iglesia y la religión. Exactamente igual que ahorita. Napoleón murió pocos años y un rotundo fracaso después, pidiendo perdón por haber ofendido al Papa; y la Iglesia sigue viva y más viva que nunca.
Cuántos han deseado someter a la Iglesia y a los católicos a sus caprichos y ocurrencias. Desde el Sanedrín en Jerusalén hasta la intelectualidad liberal moderna, pasando por los regímenes militares (comunistas o capitalistas) y los gobiernos mexicanos emanados de la masonería. Y ninguno ha podido. Si acaso la han hecho más fuerte. Lo único que ha podido debilitar a la Iglesia en algún momento es la vida fácil, la vida regalada, comodina, aburguesada; la riqueza, la abundancia, la autocomplacencia... y eso es precisamente lo que vino a combatir Juan Pablo II.
Si por “liberal” entendemos estar abierto a cambios que no comprometan los principios de la doctrina cristiana, estar abierto al diálogo respetuoso y a la colaboración amistosa con todas las religiones y creencias respetables, preocuparse por la dignificación de la mujer, de los pobres, de los ancianos, de los enfermos y de los niños nacidos o por nacer, de los exiliados, de los migrantes, de los indígenas; hablar de “el destino universal de los bienes” y de la “hipoteca social”, hablar de violencia necesaria en caso de regímenes que obstaculizan irremediablemente la realización del hombre... Juan Pablo II es un liberal. Si por “liberal” entendemos renunciar a los mandamientos de Cristo para ajustarse a la moda, o renunciar a la piedad para dedicarse a la lucha de clases, o aceptar que la verdad no existe y que todas las religiones y todas las opiniones sirven lo mismo, o convertir el Vaticano en refugio de indigentes y mandar a los obispos a ciudades perdidas... me temo que nunca ha habido un papa liberal y nunca lo va a haber. En ese sentido Juan Pablo II fue un Papa conservador. Igual que al anterior, y el anterior a ése y el anterior a ése, y así sucesivamente hasta llegar a San Pedro.
Sucede que la misión de la Iglesia y del Papa a cargo de ella es la conservación del depósito de la verdad. Timoteo, guarda el depósito. Evita las palabrerías profanas, y también las objeciones de la falsa ciencia (1 Timoteo 6, 20).
Hay que recordar que Jesucristo, cuando algunos de sus discípulos lo abandonaron por encontrar su doctrina “demasiado dura”, no cambió las reglas para darles gusto y que regresaran con él. Se limitó a preguntarle a los demás: ¿Ustedes también quieren marcharse? A lo que Pedro, inspirado por el Espíritu Santo, contestó: ¿A quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6, 60-70). Ni más ni menos.
Yo también quiero hacer algo de futurismo. Sin siquiera meterme a ver quiénes son los favoritos, sus cualidades o su procedencia, ni los resultados en las encuestas, le puedo apostar que el próximo Papa va a ser un hombre piadoso, cercano a la gente, de espíritu universal, conocedor de la doctrina y de las escrituras, inteligente, preocupado por el bienestar y por la salvación de todos los hombres, sencillo y humilde, y bien enterado de la situación en China, en Bosnia, en Estados Unidos y en Chiapas, por la sencilla razón de que así han sido desde hace siglo y medio (al menos) todos los Papas. Y les puedo apostar que, sea de donde sea, no va a aceptar el aborto, ni los métodos anticonceptivos, ni la homosexualidad, ni la promiscuidad, ni la eugenesia ni la eutanasia, ni el tráfico de embriones... un conservador de todo a todo. ¡Bendito sea Dios!