Ahítos, cansados y aburridos quedamos los españoles, tras los largos días de pre y de campaña electoral, por tanta matraca en todos los medios y por doquier, de la palabrería hueca y rimbombante de los políticos. Al fin, algo de silencio y despertar del sopor, ante las urnas que nos convocan hoy a todos.
Ninguna sorpresa en esta campaña. Más o menos lo esperado: Mucho teatro en los mítines; escenificaciones a manta; exceso de propaganda mediática; incoherencias en casi todos los oradores (dicen y no hacen); falta de veracidad (engañan y mienten sin rubor); prometen y no cumplen; su meta (servirse del pueblo manipulado, acrítico y desnortado, para tocar poder y luego en él asentados, a sacar tajada personal y partidista de los presupuestos).Así es la política falsa, aquí y en casi todas las partes.
Frente a este panorama un tanto negro, tan humano y prescindible, la política del Hijo de Dios , Jesucristo, modelo universal e intemporal de comportamiento moral en favor de los hombres- sus hermanos. Según la fe cristiana, el Todopoderoso ,se hace el más pobre y el servidor de todos. “No vino a servirse de los hombres, sino a servirles y dar su vida por todos”.La coherencia entre lo que enseña y vive es total y ejemplarizante.
No necesitó dinero, poder ni influencia de nadie. Su única arma la Palabra de verdad y la fuerza de su ejemplo y ayuda para con los más necesitados. Su programa social-político que a nadie excluye: las Bienaventuranzas.
Más de 20 siglos han pasado desde que Jesús pisó nuestro suelo. Apenas los humanos se acuerdan de algún político de la antigüedad remota. De Jesús de Nazaret millones bendicen su memoria, imitan su ejemplo y sus palabras siguen tan vivas como siempre