Querido hijo:
Cuando yo era adolescente deseaba, igual que tu, que mi padre fuera
mi mejor amigo. Sin embargo, no fue hasta que me llegó el turno de ser
padre, cuando comprendí la razón por la cual mi deseo jamás se
cumpliría. Y no es que mi padre no haya querido ser mi mejor amigo,
sino que él entendió que un verdadero padre jamás podrá ser el mejor
amigo.
Existen varias razones, pero la más importante es que el papel de
un amigo es totalmente diferente al de un padre. Un amigo está a tu
mismo nivel pues tanto él como tú tienen varias cosas en común tales
como la edad, la forma de pensar, los gustos, las actividades y las
diversiones.
El papel de un padre es mucho más difícil pero sobretodo más
importante para ti. Un padre debe proveer a su hijo amor constante,
sustento económico suficiente y también una educación académica
apropiada hasta donde sus posibilidades le permitan. También debe
protegerlo física y emocionalmente, darle apoyo y estímulo emocional,
guiarlo y darle siempre buen ejemplo.
Pero principalmente, inculcarle valores éticos y morales que lo
conviertan en un hombre responsable, autosuficiente y de una gran
calidad humana.
La influencia de un amigo es completamente diferente a la de un
padre y por lo mismo, un padre que trata de ser el mejor amigo no puede
ser un verdadero padre. Amigos podrás tener muchos pero padre, sólo
uno.
El ser amigo es voluntario, es una opción. El ser padre es un
privilegio pero más que nada es una obligación moral. Las únicas
características parecidas entre un padre y un verdadero amigo son
compartir contigo actividades propias de tu edad, ofrecerte apoyo
emocional, desalentar tus debilidades de carácter y alentar tu
superación.
Un amigo no tiene ningún derecho de autoridad sobre ti sin embargo,
como padre, yo sí lo tengo. Y no porque me cause gran satisfacción
imponer mi autoridad, sino porque es mi deber disciplinarte.
El establecer reglas y hacer que se respeten, es un derecho que
sólo nos corresponde a los padres y que se adquiere al asumir la
responsabilidad completa de un hijo. La autoridad y la responsabilidad
van juntas. No se puede exigir libertad o autoridad sin tener
obligaciones. Mientras vivas con tus padres y dependas económicamente
de nosotros para casa, comida, ropa, escuela, diversiones etc., deberás
obedecer las reglas que hemos establecido.
Mi compromiso como padre incluye darte lo que necesitas y no
necesariamente lo que quieras. Con el tiempo te convertirás en un
adulto autosuficiente y junto con tu esposa también determinarás tus
propias reglas cuando tengas a tu cargo la difícil tarea de encauzar tu
propio hogar.
Al nacer tu, Dios me otorgó una bendición que me ha dado una
inmensa felicidad pero al mismo tiempo, me asignó una misión que nadie
más puede ejercer y que es la más difícil e importante que un ser
humano puede recibir. Esa misión es la de ser el instrumento de Dios
para indicarte el camino recto a seguir. Algún día tendré que rendirle
cuentas a él del cumplimiento de este compromiso tan grande pero a la
vez tan noble y satisfactorio.
Como padre, mi principal objetivo no es el de ganar votos de
popularidad sino el ser un padre responsable y buscar antes que nada,
tu formación moral y tu bienestar. Si desempeño bien mi papel, con el
tiempo te darás cuenta que estos principios que trato de inculcarte
serán lo mejor que como padre pueda ofrecerte. Jamás olvides que a
pesar de todo siempre te querré y que estaré a tu lado para celebrar
tus triunfos y estaré dispuesto a ayudarte a superar tus fracasos. No
importa lo difícil que sea para
ti, siempre aspira a ser un mejor hijo, un mejor hermano, un mejor
esposo y sobretodo un mejor ser humano ante los ojos de Dios.
Algún día comprenderás plenamente la gran importancia y el profundo
significado de esta carta. Ese día comenzará una identificación muy
grande y significativa entre tú y yo. Cuando llegue ese día, jamás lo
olvidarás pues será uno de los más felices de tu vida. En ese día tan
especial, recibirás también una hermosa bendición y una responsabilidad
extraordinaria. Será el día cuando tengas en tus brazos a tu primer
hijo. A partir de ese momento tu también comprenderás que más
importante y trascendental que ser un amigo para tu hijo, es ser
verdadero padre.
|