Estaban
dos señoras con sus hijos pequeños cenando en un restaurante. Una de
las niñas quiso tomar el vaso de plástico lleno de refresco. Su mano no
abarcó todo el vaso, éste cayó al suelo y el líquido salpicó a los que
estaban más cerca, se hizo tanto escándalo que voltearon la vista los
otros clientes.
El enojo de la mamá no se hizo esperar. Rápidamente se levantó del
asiento, lanzó en voz alta una "palabrota" a la niña y le dio varios
golpes con la mano, al mismo tiempo que la bajaba bruscamente de la
silla.
El llanto de la niña -quien tendría apenas dos años de edad- era
conmovedor porque de seguro no se daba cuenta, en realidad, de por qué
se merecía tal castigo.
La mamá no parecía enterarse que estaba actuando en público, es
más, casi podría decirse que regañaba fuerte a su hija para quedar bien
con los adultos que la veían en ese momento.
De hecho le estaba exigiendo a su niña que se comportara como una
persona mayor, aún cuando los grandes también suelen derramar refresco
y tiran cosas torpemente al suelo.
Adulto desde niño
No nada más los papás esperan que los niños se porten como adultos,
también algunos maestros, otros familiares y los hermanos mayores.
Los hermanos hacen burla de los pequeños cuando preguntan algo que
a los grandes les parece muy obvio. Se burlan, en lugar de explicar al
chico lo que desea saber según el momento que está viviendo.
Lo único que se logra con este tipo de respuestas es dejar a los
menores en ridículo y, por lo tanto, ya no preguntarán con la misma
confianza en otras ocasiones, es más, cuando crezcan, posiblemente
tratarán a otros niños de la misma forma como a ellos los trataron.
En todos estos casos no se respeta el nivel natural de aprendizaje
que tiene el niño, son claros ejemplos de lo que es pretender que un
niño se porte como un adulto.
Los niños necesitan desde pequeños que los papás les enseñen a
distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Perdemos el tiempo
si dejamos que pasen los detalles del día o los problemas familiares
sin explicación alguna.
Es deber de los padres de familia cuidar y respetar al máximo la
niñez de sus hijos. Es una etapa muy importante ya que en ella se
forman las ideas rectoras de su vida: sus sentimientos, sus hábitos,
sus creencias.
Conviene dejarlos crecer en la sencillez, sin formarles un falso
concepto de la realidad, más bien usarla para formar en ellos buenos
principios que les permitan crecer en un clima de alegría, seguridad y
afecto.
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