Rodrigo
sufrió un accidente automovilístico donde perdió una pierna. Pilar, su
esposa, agradece que Rodrigo siga con vida. Un sábado por la mañana,
Pilar reúne a sus hijos y les dice: “Estamos enfrentando una situación
difícil en la familia. Su papá va a estar incapacitado por un tiempo.
Necesito que me apoyen, ustedes ya están grandes y mientras terminan de
estudiar yo buscaré un trabajo. Voy a empezar con su tía Conchita de
vendedora en la zapatería”.
La situación económica de la familia de Rodrigo y Pilar nunca ha
sido mala. Hace cinco años decidieron comprar el departamento en el que
viven, pero a la fecha deben la mitad. Carlos, el hijo mayor, es recién
graduado. Trabaja como representante de laboratorios. Y ante las
palabras de su mamá, ha decidido ayudar a la economía familiar con el
poco sueldo que gana. “Algo es algo”, dice. Pilar sabe que es duro
dejar a su esposo enfermo solo en casa, pero no encuentra otra salida.
Trabajo es más que presiones.
Los padres de familia seguido sufren de insomnio, su cabeza no
logra descansar y desconectarse de los problemas del día. Ellos para
llevar dinero al hogar tienen que convencer a alguien para que se los
dé, ya sea demostrando sus habilidades para realizar algún trabajo,
vendiendo algo que el cliente necesita, pero que muchas veces no quiere
comprar en ese momento, o haciendo un servicio.
El dinero es algo básico para la vida, pero también es un don, es
algo por lo que el que lo posee deberá responder ante la sociedad por
el uso que le dé.
Pero el trabajo no es sólo cosas negativas. Trabajar, además de
ayudar a conseguir lo que se necesita, sirve para formar mejores
hombres y mujeres, pues complementa la personalidad con múltiples
habilidades y forma la voluntad mejor que cualquier otro ejercicio.
El trabajo es terapia para muchos males y enfermedades. Se debe
apreciar y considerar como un puente que conduce a través de la vida
permitiendo pasar de la juventud a la vejez sin desviarse del camino
correcto. Ese camino que nos marca la razón y la obligación contraída
al traer hijos al mundo, de sostener sus necesidades materiales
mientras ellos pueden valerse por sí mismos.
La forma en que el trabajo se lleva a cabo día con día puede hacer
que la persona al mismo tiempo que lucha por obtener satisfactores
materiales, desarrolle su personalidad de manera que llegue a alcanzar
su máximo potencial humano de acuerdo a sus habilidades.
La cultura del trabajo.
Dentro de la educación de los hijos se debe incluir la educación
hacia el trabajo. Existe el caso de familias que habiendo heredado lo
suficiente de sus antepasados, no se preocupan por incrementarlo, y
como viven de eso que recibieron, tarde o temprano se termina el
dinero, dejando a las nuevas generaciones con necesidades básicas sin
satisfacer.
El trabajo va de la mano con el ahorro, y el ahorro implica
sacrificios, como dejar a un lado los propios gustos y cambiarlos por
algo en favor de los hijos, no necesariamente por cosas materiales,
sino cosas que pueda servirles para su vida como educación, viajes,
etc. que los capacite para trabajar.
Es importante capacitar a los hijos en el trabajo, enseñarles desde
pequeños que todo cuesta, y que para conseguir lo que uno desea hay que
trabajar arduamente.
Enseñar a los hijos lo importante que es trabajar es el mejor legado que se les puede heredar.