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Moderno Pencostés

Las jornadas inolvidables del óbito y entierro de Juan Pablo II, seguidas y vividas por millones de personas en todo el mundo a través de todos los medios, y personalmente, como peregrinos, ha causado una conmoción global tan única y singular, que no cabe denominarla sino como un moderno Pentecostés o un milagro del cielo.

No se trata sólo de sentimentalismos contagiosos, de testimonios más o menos conmovedores de amor y simpatía por el papa desaparecido, ni tampoco de dejarse llevar por corrientes mayoritarias o espectaculares, sino de una verdadera PASCUA o paso del Espíritu de Dios por este mundo, que parecía vivir de espaldas a Él.

Se ha podido constatar, a ojos vistas, que Dios y su Espíritu no está ausente en nuestro mundo, sino muy presente y operativo en lo más profundo del corazón de los humanos de cualquier raza, cultura, y religión de los cinco continentes.

Ni las lágrimas derramadas a raudales, ni las largas riadas de gente en Roma, con horas interminables de espera, ni los miles de misas, funerales y vigilias celebradas en todo el mundo, dan una visión completa de lo sucedido. Lo mejor y más maravilloso está por venir.Ha tenido lugar dentro, en el corazón de parte de la humanidad. Habrá un antes y un después de este evento. Ha sido el anticipo de una nueva era o de una primavera de paz, justicia y amor, cuyos frutos llegarán a su tiempo. ¡ Deo gratias ¡